Carlos Iglesias acudió al médico por causa de una artritis y la analítica detectó una pérdida de proteína que derivaba en una fallo renal. Decidió acudir al nefrólogo y éste le aconsejó comenzar el tratamiento de diálisis.

Durante seis meses, Carlos Iglesias estuvo haciendo diálisis peritonial. "Hacerme yo mismo las curas me ayudó a tomar conciencia de la enfermedad", señala. Más tarde se vería a obligado a acudir al Chuac cada dos días para someterse a hemodiálisis. Un día recibió la noticia de que era candidato a recibir un trasplante de riñón donado en vida.

Afirma que no sintió miedo puesto que "era una parte más del proceso". Tras recibir su órgano, llamó a la puerta de ALCER y dijo que quería ser voluntario.

Desde entonces, forma parte del equipo de voluntarios que trabaja en ALCER a nivel provincial en la realización de todo tipo de programas que abarcan desde la asistencia psicológica hasta el ejercicio físico.