En los últimos años se ha extendido el uso de fulares portabebés. Un sistema cuya seguridad ha quedado en entredicho tras la reciente muerte de un bebé de cinco semanas en el Reino Unido. El pequeño falleció asfixiado porque, al parecer, no estaba bien colocado en el transportador.

Este sistema lo han puesto muy de moda estrellas de cine como Gwyneth Paltrow, Madonna, Julia Roberts o Angelina Jolie. Aunque no tiene por qué ser peligroso, conviene seguir una serie de recomendaciones para evitar sustos con nuestros bebés.

Cabe diferenciar en primer lugar entre fular y mochila portabebés. Los fulares, tanto elásticos como los que no lo son, permiten una postura más ergonómica del bebé y reparten mejor su peso al transportarlo.

En el caso de las mochilas, hay que recordar que aunque existen las de porteo ergonómico, son más comunes aquellas en las que las piernas del bebé cuelgan hacia el suelo y su espalda queda recta, lo que genera tensión en su espalda.

Respecto a los fulares, el cuerpo del bebé toma una posición más similar a aquella que tenía en el útero, con la espalda en forma de C, las rodillas flexionadas por encima de las caderas y separadas entre sí unos 90 grados, por lo que la postura resulta muy cómoda tanto para la persona que lo lleva como para el pequeño.

Cuidado con las presiones

A la hora de comprar un fular, hay que elegir la talla correspondiente a la estatura y complexión del bebé, y leer las instrucciones de uso para saber cómo transportarle de acuerdo a su edad. Antes de colocar al pequeño, es recomendable ensayar delante del espejo la forma de anudarlo.

El fular debe estar anudado firmemente. Una vez colocado, hay que comprobar que no se escurre el bebé y evitar presiones entre la tela y el cuerpo de la madre que puedan dificultarle la respiración o provocarle alguna lesión. La espalda debe quedar ligeramente curvada hacia atrás.

Además de estar continuamente pendientes del estado del pequeño, debemos evitar que esté demasiado tiempo en una misma posición, sobre todo si se queda dormido. La cabeza y su cuerpo tienen que estar orientados hacia la persona que lo lleva.

Asimismo, es aconsejable llevarlo sujeto con una o dos manos y comprobar que se encuentra siempre cómodo, y no llevarle excesivamente abrigado.