Estos datos indicarían que en cada aula existe al menos un alumno con este trastorno, que en ocasiones se acompaña de ansiedad, depresión o problemas de aprendizaje.

Los padres de estos menores con TDAH se sienten perdidos y agotados ante el exceso de energía y actividad que derrochan sus hijos y ante su imposibilidad para conseguir que mantengan la atención en alguna actividad durante un mínimo tiempo. Antonio Pelaz, psiquiatra infantil del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, explica que los padres no deben perder de vista tres aspectos clave:

- La actuación de su hijo no es algo intencionado, sino un síntoma de la enfermedad, por lo que no pueden castigarles por ello. "No se regaña a un niño por tener fiebre", explica Pelaz en relación a los síntomas de conducta patentes en estos niños.

- "La palabra también tiene un efecto neurológico", de esta forma se refiere el experto a la importancia de la motivación y el refuerzo en el trato con los menores. Estas actitudes se traducen en una mejora de la transmisión de la dopamina, un neurotransmisor cerebral implicado en el trastorno.

- Es necesario aprender a dar órdenes de forma eficaz, garantizando que el niño las ha entendido.

Identificar el TDAH

Los síntomas habituales del TDAH se refieren al déficit de atención, la hiperactividad y la impulsividad. Según explica Pelaz, para poder hacer el diagnóstico dichos síntomas tienen que suponer un trastorno en más de dos ambientes del niño, como la familia, los amigos y compañeros o su rendimiento académico. A continuación señalamos las características más comunes que ilustran estos aspectos:

1. Atención:

- Dificultad para mantener la atención y se distrae con facilidad.

- Parece no escuchar y no sigue instrucciones.

- Tiene dificultad para organizar la tarea y evita aquellas que requieren esfuerzo mental sostenido.

- Pierde cosas con facilidad y es descuidado.

2. Hiperactividad:

- Mueve en exceso las manos o pies.

- Abandona su asiento en clase

- Corre o salta excesivamente.

- Tiene dificultades para estar quieto.

- Está 'en marcha' o como si tuviera un motor.

- Habla en exceso.

3. Impulsividad:

- No puede esperar su turno.

- Interrumpe las conversaciones o las actividades de otros.

- Se precipita en las respuestas.

El experto explica que, además del tratamiento farmacológico que reciben, conviene trabajar con los menores para mejorar sus funciones ejecutivas. "En este sentido es muy importante que las personas relacionadas entiendan que lo que les sucede no es intencionado ni voluntario y que presentan mucha dificultad para controlarlo", concluye.

Pautas de actuación en el aula

Uno de los entornos más relevantes en los que trascurre el día a día de estos niños es el colegio. El experto señala que muchos niños que pasaron por las instalaciones educativas con la etiqueta de remolones, vagos, despistados, distraídos o alborotadores han sido en realidad menores a los que no se diagnosticó ni trató este trastorno subyacente.

Por este motivo, Pelaz recomienda las siguientes pautas de actuación en el aula:

1. Ponerles en primera fila para evitar la distracción, alejados del pasillo o de ventanas.

2. Darles responsabilidades dentro del aula.

3. Reforzar cualquier logro que alcancen.

4. Supervisar la planificación y organización de la tarea y del material que precisan, así como de la agenda y de sus carpetas.5. Permitirles tener un marcapáginas con autoinstrucciones que además les sirva como señalador de la línea de texto por la que van leyendo para evitar saltos de línea que les confundan.

6. Entrenar en lectura cronometrada para mejorar la velocidad lectora.

7. Entrenar para que ante instrucciones escritas rodeen con un círculo la palabra o palabras clave que les indique lo que tienen que hacer o resolver.

Preparando los exámenes

El rendimiento escolar es uno de los principales indicadores del TDAH y los exámenes continúan siendo en la mayoría de centros y sistemas educativos el método de evaluación utilizado para medir los progresos y formalizar el avance del alumno dentro de las distintas fases educativas.

La adaptación metodológica de los exámenes permite a los menores que padecen el trastorno rendir mejor en estas pruebas y superar algunas de las limitaciones que su dolencia pueda ocasionarles.

Pelaz señala en este sentido que sería conveniente adoptar las siguientes pautas:

1. Proporcionar las preguntas de una en una por escrito para evitar que se confundan al copiarlas al dictado.

2. Darles más tiempo para realizar la prueba lo que les permitiría descansar entre pregunta y pregunta.

3. Antes de empezar la prueba, leer en voz alta el examen y verificar que lo han comprendido.

4. Intentar que el enunciado sea concreto y sencillo.

5. Combinar distintos formatos de preguntas.

6. En los casos que sea posible, realizar el examen de forma oral.

7. Reconducir su atención hacia el examen si es necesario.

8. Recordarles que revisen el examen antes de entregarlo.

9. No realizarles los exámenes mientras se está impartiendo clase al resto de compañeros.