Llegamos al mundo en una operación tan compleja que cuando se conoce con detalle sorprende que nuestra especie haya salido adelante. A diferencia de otros, el parto humano es una auténtica encrucijada vital que incita a la indagación científica desde numerosas perspectivas, también la de la paleontología.

Juan Luis Arsuaga, codirector de las excavaciones de Atapuerca y director del Centro de Evolución y Comportamiento Humano de la Universidad Complutense de Madrid, recurre a la historia evolutiva para buscar "la explicación de que una función tan natural como parir sea un problema tan grande". A ello dedica su libro más reciente, ´El primer viaje de nuestra vida´ (Temas de Hoy).

El modo de alumbrar de las hembras humanas pone contra las cuerdas a los defensores del diseño inteligente, los que sostienen que somos el resultado del plan biológico de un ser superior. Hay otros detalles "chapuceros" en nuestra anatomía que cuestionan el bien hacer de ese supuesto diseñador - como que los ojos y el centro que procesa lo que por ellos percibimos se encuentren en los extremos opuestos de nuestro cráneo -, pero nuestra manera de salir al exterior desde las entrañas maternas sólo sería concebible por una mente muy retorcida. Arsuaga constata que "en nuestros parientes más cercanos, chimpancés, gorilas y orangutanes, el parto es fácil, es decir, holgado y de trayectoria recta, por lo que las dificultades tienen que haber surgido a lo largo de nuestra evolución, después de que nuestra estirpe se separara de los chimpancés". Esa diferencia nos marca y "el parto es tan especial en los seres humanos que se puede considerar una singularidad de nuestra especie", afirma el catedrático de Paleontología de la Universidad Complutense, para quien "el extraño modo en que nacemos no es una anécdota, porque está relacionado con los rasgos que consideramos más importantes del ser humano, como nuestra noble postura erguida y nuestra inteligencia sin par".

La primera parte del nuevo libro de Arsuaga está dedicada a exponer con detalle los pormenores de la gestación y el parto, con un acercamiento a la materia que en ocasiones aproxima ´El primer viaje de nuestra vida´ al manual de anatomía de la pelvis femenina que el autor heredó de su abuelo, el obstetra que lo trajo al mundo. El paleontólogo puede recrearse sin sonrojo en las caderas femeninas pero por un interés más funcional que estético y para constatar que la adopción de la postura erguida condicionó de manera decisiva nuestra pelvis. Los mismos cambios que convirtieron al Homo sapiens en "el más consumado caminante que ha producido la evolución", según expresión de Arsuaga, nos pusieron muy difícil el arranque de la vida individual.

Nuestro gran desarrollo cerebral respecto a otras especies es un condicionante definitivo de esa forma de nacer. Llegamos antes de tiempo, inmaduros y desprotegidos porque de aguardar más de esos 267 días de gestación, de promedio, en el vientre materno sería imposible llegar al exterior, dadas las estrecheces y torsiones de la vía de salida.

"El cerebro del feto no progresa durante más tiempo en el útero de una madre humana porque, si lo hiciera, la cabeza no podría atravesar el canal del parto al nacer". Podemos decir, a juicio de Arsuaga, que desde el punto de vista del desarrollo cerebral, "la vida fetal se prolonga en nuestra especie hasta un año después del nacimiento".

La perspectiva paleontológica exige analizar las peculiaridades de ese primer viaje en distintas especies y a ello dedica la segunda parte del libro, en la que se encara con la dificultad propia de su especialidad, la de reconstruir procesos biológicos a partir de fósiles. "Los humanos habríamos sido los primeros homínidos que no llegan a completar su desarrollo dentro del útero y que vienen al mundo con un desarrollo neuromuscular inferior al que les corresponde".

Así resume el codirector de Atapuerca - y, como el resto del equipo, premio ´Príncipe de Asturias´ de Investigación en 1997 - nuestra particularidad como especie. Como compensación de ese desvalimiento inicial y el menor desarrollo de otras especies que nacen en condiciones de afrontar la vida con mayor fortaleza, los humanos desembarcan "en un medio social (una familia y una comunidad) que les ofrece más seguridad y durante más tiempo".