Investigadores de la MedUni Vienna, en Austria, han logrado demostrar, utilizando las últimas técnicas de imagen, la relación que pueden tener los síntomas depresivos que experimentan personas que viven en zonas del mundo donde el invierno tiene pocas horas de luz. Sus resultados, publicados en World Journal of Biological Psychiatry, explican el efecto terapéutico de la luz.

Según explicó el jefe del Departamento de Psiquiatría y Psicoterapia de la MedUni Vienna, Siegfried Kasper, "muchas personas que viven en zonas polares experimentan, durante los meses de invierno, sobre todo cuando hay menos horas de sol, cambios físicos y psicológicos, que suelen manifestarse con cansancio, desaliento, abulia o aumento de peso. Estas alteraciones en sus formas más pronunciadas, se conocen también como depresión de invierno".

La investigación se centra en el papel de los neurotransmisores de serotonina, decisivo en este tipo de alteraciones. Hasta ahora se podía ver que las fluctuaciones de serotonina estacionales estaban causadas por cambios en el transmisor de serotonina. Este transmisor es responsable de la reanudación del neurotransmisor a partir de la brecha sináptica, que conecta dos células nerviosas, en la célula nerviosa presináptica. Las alteraciones estacionales en la neurona postsináptica, la actual célula diana de la transimisión de la serotonina, nunca se probaron hasta ahora.

Los autores de este trabajo demostraron, con 36 pruebas realizadas a hombres y mujeres sanos usando tomografías por emisión de positrones (PET, en inglés), que este receptor también muestra un reducido potencial de agarre con la escasez de luz diurna. Durante el tiempo de luz, estos valores son significativamente más altos. "El proceso de adaptación a la dependencia de la luz del receptor de serotonina 1A que muestra en nuestro estudio podría así explicar los mecanismos del efecto terapéutico que tiene la luz", concluyeron.