Con más de un centenar de personajes y los premios más prestigiosos de la industria europea del cine a la espalda, Victoria Abril (Madrid, 1959) presenta estos días Nacida para ganar, en la que comparte cartel con Alexandra Jiménez y Cristina Castaño, como tres buscadoras de fortuna a cualquier precio. Ella, en concreto, interpreta un personaje con el que comparte nombre y profesión, "y, aunque nada tiene que ver conmigo en realidad, porque va vestida de rica hortera y perpetra maldades que yo nunca haría, me he tenido que hacer un curso de humor inglés para autoparodiarme, porque son los que mejor se ríen de sí mismos".

Lo importante para la actriz "es que es una película excepcional porque se hacen muy pocas con papeles femeninos principales. El 95% de los directores, productores y escritores son hombres, y a la mujer, cuando rebasa la edad de ser objeto de deseo, o la temen o la desconocen o no saben qué hacer con ella. A partir de los 40, en el cine no te quieren ver ni en pintura".

No se ve tras la cámara "porque ya no estoy para hacer sacrificios. Se tarda tres años en levantar una película, por lo menos, y yo ya no tengo tiempo que perder. En ese rato, puedo hacer una barbaridad de personajes para la televisión, por ejemplo. Creo que con no haber interpretado a una florero ni una sola vez, he hecho suficiente".

Si echa la vista atrás, no recuerda haber vivido ni un episodio de machismo en su trabajo, más allá del inherente a las diferencias económicas, "que en una profesión tan precaria como la nuestra, que nunca sabemos de qué viviremos mañana, son especialmente dolorosas. Desde que las mujeres somos también currantas, además de madres, cocineras, esposas y/o amantes, el tema económico y laboral nos es prioritario igual, aunque tenemos una relación distinta con el dinero: las mujeres multiplicamos mejor los panes y los peces, creo yo".

Le gusta el hombre "con sentido del humor, inteligencia positiva, intuición, criterio, tolerancia, excelencia y savoir faire. Las mismas cualidades que en una mujer", frente a ese otro varón que se le hace detestable "porque es guerrero e invasor y no mira ni el mundo ni a quienes vivimos dentro, porque le importamos una mierda. Hay un tipo de hombre así, que además suele ser especulador y celoso. Tampoco me van los presumidos, los charlatanes y los que son como el perro del hortelano, que ni comen ni dejan comer". "Y, sin embargo, tengo muchos amigos hombres", bromea. "Exactamente la mitad e independientemente de su género, cada uno tiene su porqué. Si es que somos casi idénticos€ según el ADN".