Jorge Fernández Díaz (Valladolid, 1950), afronta con "arrojo, serenidad y fortaleza" la gestión del Ministerio del Interior tras pasar por casi todos los niveles de la administración pública. Lo hace con una profunda creencia en Dios, al que ve hasta en el Congreso de los Diputados. Fernández Díaz comenta su conversión religiosa tras una "experiencia muy especial" que le cambió la vida. Fue en 1991, durante un viaje a Las Vegas. "Allí paso algo que dio sentido a mi existencia", se sincera este vallisoletano criado en Barcelona. Ingeniero industrial, el ministro del Interior está casado y tiene dos hijos. Su trayectoria política comenzó en la UCD de Adolfo Suárez.

-Tras más de 30 años de actividad pública, ¿tiene la sensación de haber llegado a un ministerio en el peor momento de la historia de la Democracia?

-Es cierto que vivimos los momentos más difíciles de la reciente historia. A la crisis económica se suma la social con problemas tan dolorosos como el del paro. Es una situación que no tiene precedentes. Yo ya he vivido otras crisis económicas muy fuertes y políticas, como la del 23F, que me pilló como gobernador civil de Asturias, pero creo de verdad que un momento tan difícil como este, ninguno.

-¡Menudo pesimismo!

-En absoluto. No lo digo desde el pesimismo, lo digo desde la convicción de que hay que afrontar este momento tan adverso con arrojo, serenidad y fortaleza.

-¿Percibe usted el rechazo de los ciudadanos hacia los políticos?

-Claro. No hay que olvidar que los políticos, los partidos y las instituciones fueron durante la Transición y después los estamentos más valorados por los ciudadanos. La cosa ha cambiado.

-¿No tendrá que ver este rechazo con los casos de presunta corrupción que salen a la luz, como Gürtel, los papeles de Bárcenas o el sumario de Nóos?

-Por supuesto. Todos esos casos crean además una situación injusta porque se generaliza y los tejemanejes de unos salpican a toda la clase política. Nuestra valoración ahora está por los suelos y es una desgracia. La actividad pública es muy noble aunque en ocasiones sea manchada por unos pocos. Sale un caso de corrupción y se habla de corrupción de todos.

-¿Tiene la sensación de que a veces hubiese estado mejor callado?

-Pues sí. Hay cosas que he dicho que mejor no haberlas dicho. Aunque a veces se han malinterpretado mis frases.

-¿Se malinterpretó su rechazo al matrimonio entre homosexuales porque "no garantizaba la perpetuación de la especie"?

-Yo, desde 2005, intervine en el debate sobre el matrimonio entre homosexuales y defendí la iniciativa de legislación popular, firmada por un millón de personas, para que se modificara el Código Civil y se considerara matrimonio únicamente la unión entre un hombre y una mujer. Yo firmé el recurso de inconstitucionalidad de esa ley. Mi postura sobre este tema ha quedado legítima y claramente establecida. A partir de ahí se produce una sentencia que, como no podía ser de otra forma, acato. El que yo acate la sentencia, como es mi deber, no quiere decir que yo no tenga derecho a seguir manteniendo mis convicciones y mi idea sobre la institución del matrimonio. Lo que no puedo hacer es que mis ideas me lleven a no acatar la ley.

-Pero hablar de perpetuación de la especie es, cuanto menos, inquietante.

-Es un argumento de tipo demográfico que aparece en el recurso de inconstitucionalidad presentado. No es un término acuñado por mi, sino por los demógrafos. Acepto que es un término que suena muy fuerte, pero se sacó de contexto. Todo esto lo digo porque lo pienso pero desde el más absoluto de los respetos y desde la convicción evidente de que todas las personas somos iguales ante la ley, tenemos los mismos derechos y la misma dignidad. No hay cabida a la discriminación. La discriminación por razones de sexualidad, creencias, religión, sexo o raza está prohibida por la Constitución. Tampoco defiendo el derecho a adoptar de ninguna pareja porque el derecho es del niño a ser adoptado.

-¿Tampoco equiparó a las mujeres que abortan con terroristas de ETA?

-En absoluto. Se me deslizó un comentario, fruto del subconsciente, en el marco de una rueda de prensa sobre el éxito de una actuación de la Guardia Civil contra ETA. No se me pasa por la cabeza la tremenda barbaridad de equiparar a una mujer que aborta con una terrorista. Algunas de mis afirmaciones se sacan de contexto de forma poco justa y otras responden al ejercicio de mi libertad de expresión, de mis convicciones, de mi libertad ideológica y de mi libertad de conciencia. Acepto que ser ministro da un plus de responsabilidad, pero ese plus no debe limitar esas libertades. Tengo derecho a manifestar mi opinión respetando siempre a todos los ciudadanos.

-¿Debería entrar en prisión una mujer que aborte fuera de los plazos fijados por la ley?

-Rotundamente no. La mujer es la principal víctima de una decisión tan dramática como es abortar. El ministro Gallardón ya ha dejado claro también que ninguna mujer entrará en la cárcel por abortar.

-¿Tiene usted amigos homosexuales?

-Por supuesto. Tengo amigos homosexuales y algunos son muy buenos amigos.

-¿Qué le dicen de sus planteamientos sobre la homosexualidad?

-Nada porque me conocen y saben que yo estoy en contra del matrimonio entre homosexuales, pero no en contra de las personas, que son muy libres de decidir su sexualidad. Lo mismo que yo soy muy libre de defender mi religiosidad.

-¿Cómo se lidia desde un ministerio con el de Interior con esa fe tan intensa?

-No hay ningún problema. La fe y la razón van de la mano y las convicciones tienen que estar apoyadas en la razón. En el debate público no se pueden defender posiciones políticas desde la fe o presupuestos religiosos. Se tiene que hacer desde la razón, entre otras cosas, porque vivimos en un Estado aconfesional. Otra cosa es que a alguien se le intente criticar por defender determinadas posturas con la base de que son posturas confesionales o religiosas. Ese es un prejuicio.

-Con esas fuertes convicciones religiosas, ¿le sirve la política para hacer apostolado?

-Uno no viene a la política para hacer apostolado, pero procuro predicar con el ejemplo y ser coherente con mi fe y mis creencias. El ejemplo es la mejor forma de hacer apostolado. Mi misión es trabajar por el bien común con honestidad

-¿Ve a Dios en el Congreso?

-Tengo fe y una firme convicción de que Dios está en todas partes, también en el Congreso, y de que no estamos aquí por casualidad. Todo lo que sucede tiene algún sentido, pero no soy ningún fundamentalista ni nada parecido.

-Pero usted no fue siempre así, tan pío.

-Yo en realidad nunca he sido pío. Otra cosa es que tuve una etapa en mi vida que fue de conversión. En mi vida hay un antes y un después de ese proceso.

-¿Fue en Las Vegas, ciudad del pecado?

-Sí, en un viaje político. Tuve una experiencia personal muy interesante. Era enero de 1991. Fue un viaje largo y paramos en Las Vegas y tuve esa experiencia muy especial que supuso un punto de inflexión en mi trayectoria vital.

-¿Qué tipo de experiencia? ¿Tuvo alguna aparición divina?

-No. No fue nada extraordinario. Fue algo ordinario, normal, pero que me afectó de una manera muy especial. Es algo muy personal que me cambió la vida, a la que dio un sentido más profundo.

-Habla de afrontar la crisis con serenidad y brío. ¿Ha visto alguna vez al presidente superado ante tanta adversidad?

-Nunca. El sentido común de Rajoy le hace saber tomar distancia de todo. Ese es el principal valor de un buen gobernante y se demuestra en los momentos difíciles. Para los momentos fáciles, todo el mundo vale.

-¿Cómo encaja Mariano Rajoy todas las críticas que recibe?

-Es un hombre sereno que tiene una forma de ser que me atrevería a decir que es de fuerza tranquila. Alguna gente confunde serenidad con debilidad y es un error. La serenidad va unida a la fortaleza y el presidente es una persona con una profunda fortaleza. Tiene además ese gran sentido común tan idóneo para momentos tan especiales como los que vivimos. Somos afortunados de tener un presidente así.

-¿No le afecta ni cuando se enfrenta al núcleo duro del PP que le pone contra las cuerdas?

-El PP es un partido muy grande y es normal que existan diferentes sensibilidades. Es algo que forma parte de la normalidad democrática. Pero le aseguró que no veo al presidente Rajoy contra las cuerdas como usted pregunta.

-¿Por qué cree que Aznar ataca ahora a Rajoy?

-Cuando Aznar era presidente del Gobierno y presidente del PP, el partido le apoyó siempre en las duras y en las maduras. Como expresidente que es, le debo un respeto y creo que el presidente Rajoy se merece el mismo respeto y el mismo nivel de apoyo que tuvo él. Ahora con más razón por el difícil momento que atravesamos.

-¿Fue usted uno de los ministros que aconsejó al presidente a pedir el rescate a la UE?

-No sé qué ministros aconsejaron tal cosa, lo que me consta es que las empresas del IBEX y los editoriales de muchos periódicos lo hicieron. El presidente aguantó estas presiones y si no hubiese aguantado piense en cómo estaríamos. Seguramente, si no tuviese ese temple y esa fortaleza, hubiese cedido a las presiones. Para que haya presiones hay que dejarse presionar y el presidente no se deja presionar. Hoy España estaría como otros países que no tomamos como modelo. Eso se olvida. Hace un año pasamos por una crisis de deuda tremenda con la prima de riesgo a tope. Todo el mundo hablaba de la prima de riesgo. Hoy ya no se habla de la prima de riesgo en términos de preocupación. Estamos mucho mejor de cómo estábamos hace un año. ¿Estamos bien? En absoluto. ¿Estamos satisfechos? En absoluto, pero hay motivos para saber que hacemos lo que tenemos que hacer y que saldremos de esta. Estamos pasando por una situación que demuestra que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y no es fácil asumir que han llegado las vacas flacas.

-Va a ser difícil recuperar la credibilidad con tanto incumplimiento.

-Las notas se dan a final de curso, en las elecciones y estoy convencido de que los ciudadanos percibirán que estas duras y dolorosas decisiones que adoptamos lo hacemos para revertir una situación muy complicada.