Sentado en un sofá del camerino principal del estadio Olímpico de Roma, el cantante y compositor italiano más popular del momento recibe a Magazine. Acaba de terminar el último ensayo previo al mayor concierto de su gira por Italia, del que se vendieron las más de 40.000 entradas disponibles. No hay duda de que los casi cuatro años transcurridos desde su última publicación, A mi edad (2008), han resultado demasiado largos para el público transalpino, que muestra adoración por el artista. Familias completas acuden al día siguiente al concierto, una verdadera fiesta de la música que deja entusiasmados a los asistentes.

Ni la bronquitis que le acechaba durante una semana ("me he tomado de todo, no soy muy naturopático", reconoce Tiziano Ferro) ni el reto de enfrentarse al concierto más multitudinario de la gira mitigaron sus enormes ganas de presentar sus nuevas composiciones.

En El amor es una cosa simple, su nuevo disco y el quinto en su carrera, este músico de 32 años ejemplifica la evolución personal que ha sufrido desde su exitoso debut, Rojo relativo. "Grabé mi primer disco cuando tenía 20 años, y el primer álbum lo escribes toda tu vida, cuando todavía no sabes que lo estás escribiendo. Haces canciones solamente porque te gustan y acabas con un puñado de temas que son muy inocentes pero honestos. Con 20 años, a pesar de lo que diga el carnet de conducir, no eres mayor de edad. Todavía tienes que aprender muchas cosas", admite en un español prácticamente nativo.

"Cuando creces, la música cambia contigo. 20 años no son 32. Me gusta esta edad porque tienes la energía para hacer lo que te gusta. Eres joven, pero ya tienes las cosas más claras. Vives la vida con menos inseguridades. Es una etapa en mi carrera en la que me siento con el control de lo que hago".

Tiziano Ferro ha buscado -y conseguido- dar un cambio de rumbo a su sonido. Acompañado de una banda de seis renombrados músicos, algunos de los cuales han grabado con Sting, Stevie Wonder y Pink Floyd, decidió grabar el LP "casi en directo" en unos estudios de Los Ángeles. "Es un disco muy experimental, pues es la primera vez que prescindo de tecnología electrónica, como loops o sampleos.

En este momento en el que todo lo que se escucha por la radio es música dance y electrónica muy estructurada, la idea de volver atrás y grabar un disco con toques de blues y swing me hace muy feliz", reconoce con una fotogénica sonrisa.

Claro está que la década de experiencia que acumula ha sido determinante para llevar a cabo esta arriesgada aventura musical, que ha sido un éxito en su país de origen, donde ha vendido más de 300.000 discos y ha sido número uno en las listas. "El miedo me gusta porque es una buena señal. Cuando sientes esta electricidad significa que estás a punto de meterte por una senda peligrosa. Y la música es esto. No es repetirse sino renovarse.

Siempre me han gustado los artistas que me han sorprendido con el disco siguiente", confiesa. Sin embargo, este cantante de poderosa voz que ha grabado junto a Mary J. Blige y Kelly Rowland no esconde que tuvo "miedo y falta de autoestima" en los momentos iniciales de la grabación, aunque apostilla: "Son miedos útiles, porque ayudan a situarte en una posición de gran humildad y de enorme apertura mental". A Tiziano Ferro, que se considera una persona "demasiado controladora", este disco le ha brindado bastantes claves. "He aprendido que debo dejarme llevar un poco. No me ilusiona ser el mejor o mejor que otros, ya que trabajo todos los días como si fuera el primero. Si obtengo el milagro del número uno, es el momento en el que me aplico más, pero ahora sé que debo perder un poco el control a la hora de grabar".

El amor es una cosa simple se compone de nueve temas en español -entre los que destaca La diferencia entre tú y yo, número uno en iTunes-, cuatro en italiano y uno en inglés. El primer single es el que da nombre al álbum, y en la versión española el artista de Latina la canta a dúo con Malú. "La canción utiliza la palabra amor de manera universal, y la escribí tras aceptar mi dimensión sentimental, que va más allá de una dimensión sexual. Sería demasiado fácil hablar sólo de sexo, cuando la esfera sentimental involucra tantas cosas", comenta. "Llegaba de un periodo muy largo de aislamiento en el que estuve viviendo cinco años en Manchester. Pero tras unas sesiones de psicoanálisis empecé a vivir esta parte sentimental y sentí que no era necesario tener que dejarla encerrada", confiesa sin tapujos. Esto le ha llevado de vuelta a Italia y a relacionarse con sus amigos, los que no tenía en Inglaterra. "Allí tenía mi vida en el congelador; todo era perfecto, pero yo no estaba a la altura de poder afrontar la vida, el mundo y las personas". Un enorme sufrimiento que el artista relata con sorprendente naturalidad.

"Cuando no te amas y te miras al espejo y no te reconoces, te das cuenta de que eres prisionero de una cárcel de la que tú eres el carcelero, porque a mí nadie me ha llevado a pensar que no pudiera hablar con mis amigos de mí o no pudiera abrirme o vivir una vida decente. Lo que ocurre es que me daba miedo que me pudieran reconocer, no solamente como homosexual, sino como una persona que sufre y que tiene sus fragilidades, que puede estar de mal humor. En definitiva, que puede ser imperfecto. Aceptar las imperfecciones me ha llevado a volver a Italia, y esta canción habla del amor, que es una cosa simple, porque es un instinto, como la sed o el hambre. Es un himno al amor, un regreso al nivel más básico del amor", manifiesta con alegría. La misma que desea contagiar a España en su próxima gira en el 2013, cuyas fechas están todavía por confirmar.