| Veinticinco años después de su estreno, el cineasta estadounidense Steven Spielberg volvió a ver "La lista de Schindler" (1993) en un cine y acompañado del elenco gracias a la retrospectiva que le dedicó el Festival de Tribeca, en Nueva York. Spielberg dijo que había reparado en un nuevo detalle de la escena final en la que los judíos depositan piedras en la tumba de Oskar Schindler. Concretamente, quedó impresionado por la "mirada prolongada y duradera" de Emilie Schindler a la lápida de su marido, ya que al estar en Jerusalén era la primera vez que la visitaba.

En un principio tuvo miedo a que la gente no creyese que la historia era real, tanto por lo inverosímil de la trama como por el hecho de que la dirigiera un cineasta como él, que venía de rodar "E.T.", y por ello grabó esa escena final con los supervivientes reales a los que salvó Schindler.

En 1982 le enviaron una crítica del libro que inspira la película, "El arca de Schindler", pero le llevó un mes leérselo, ya que estaba repleto de datos y no imaginaba cómo podía llevar a la gran pantalla un relato tan "denso". Finalmente, le enviaron un guion y, tras leerlo entre lágrimas, decidió que se embarcaría en el proyecto pese a estar inmerso en el rodaje de "Parque Jurásico".

Rodar la escena de las cámaras de gas fue duro tanto para Spielberg ("Fue el día más traumático de mi vida", dijo), como para las actrices, algunas de ellas judías polacas que "no estaban actuando", sino "experimentado" el horror de las cámaras de gas, y varias de ellas sufrieron crisis de ansiedad y estuvieron días sin rodar.

El director reveló cómo consiguió mantener su ánimo esas semanas: Robin Williams lo llamaba cada día y durante 15 minutos se esforzaba en hacerlo reír.

También aprovechó para aclarar dos rumores que circulan en la red: nunca ofrecieron a Mel Gibson interpretar el papel de Oskar Schindler, pero los productores sí que barajaron a Martin Scorsese como posible director.