En "Loro", estrenada ayer en Italia entre gran expectación, el cineasta Paolo Sorrentino recrea un sistema en el que Silvio Berlusconi ejerce de polo de atracción de "los que cuentan", moradores todos ellos de un sórdido y frenético mundo de droga, sexo, riqueza y poder político. Sorrentino ya había abordado la política en "Il Divo", sobre el primer ministro Giulio Andreotti, y el poder espiritual en "The Young Pope", pero ahora se lanza a retratar al exCavaliere (Toni Servillo) y su cohorte de colaboradores. "Loro" (ellos, en español) está dividida en dos mitades. La intención de Sorrentino no era tanto retratar a este "símbolo" del país, sino mostrar la pasión, la ambición, el interés o incluso el amor personal que suscitaba entre todos aquellos que le rodeaban entonces. Personas a las que imagina como "almas en un paraíso imaginario" que, en un perfecto sistema antropocéntrico, "tratan de rotar en torno a una suerte de paraíso en carne y hueso, de un hombre llamado Silvio Berlusconi", explica el director, que añade: "Un hombre es el resultado de sus sentimientos, más que la suma biográfica de los hechos".