"Más de mil años de historia" de Egipto yacen en un reguero de tumbas todavía por abrir, desperdigadas alrededor del templo del faraón Tutmosis III en Luxor, que, desde hace una década, es los dominios del equipo que dirige la arqueóloga española Myriam Seco, en el límite de las tierras de cultivo regadas por el Nilo y a los pies del macizo donde se esconde el Valle de los Reyes. Encaramada a la muralla de adobe del templo, que ya cerca casi por completo las ruinas del templo, Seco apunta hacia las cuatro necrópolis y osarios que se han encontrado a lo largo de diez años alrededor del recinto y bajo sus cimientos, lo que ha multiplicado el trabajo de los arqueólogos y también sus hallazgos.

"Son tumbas de épocas muy diferentes y de estratos sociales distintos. Nos van a dar mucha información de cómo era la vida en la época", comenta la egiptóloga, mientras su equipo dirige las tareas de limpieza, para poner fin a la décima temporada de la expedición, que concluye esta semana. Las tumbas abarcan desde el Imperio Medio hasta la Época Tardía, separadas por cerca de 1.300 años, las más antiguas excavadas por lo menos tres siglos antes del nacimiento de Tutmosis III (1490-1436 a.C.).

Las momias han brindado varios descubrimientos sonados al equipo español, entre ellos, el año pasado un pequeño agujero junto a la muralla deslumbró a los arqueólogos porque escondía una momia de un sirviente real revestida con un bello cartonaje, una envoltura compuesta por varias capas de tela estucada, de vivos colores.

Una de las necrópolis que más interesa a los arqueólogos es un enterramiento de clase baja de la época de la dinastía XI, porque en él hay muchas tumbas sin profanar, que contienen ajuares completos y permitirán conocer detalles de la vida de la gente humilde, sobre los que, hasta ahora, "hay muy poca información".