La reina Letizia dio ayer su respaldo a un proyecto de cooperación puesto en marcha por España para erradicar la práctica de la mutilación genital femenina en zonas del sur de Senegal, donde este rito cultural se aplica de manera mayoritaria a las jóvenes a pesar de los riegos que entraña. En su segunda jornada de su viaje de cooperación al país africano, Letizia se trasladó a Ziguinchor, en la región meridional de Casamance, donde tuvo lugar la presentación del programa que la Agencia Española de Cooperación Internacional de Desarrollo (Aecid) ha impulsado junto a la Facultad de Medicina de la ciudad.

El objetivo del programa es formar sanitarios que sensibilicen a las familias locales de los daños que causa la extirpación total o parcial del clítoris en las niñas y jóvenes de edades comprendidas entre pocos meses y 15 años. Aunque la mutilación genital está prohibida en Senegal desde 1999, las autoridades del país estiman que cerca del 30% de las mujeres la han sufrido, si bien este índice oscila entre el 80 y el 90% en el área de Casamance.

El proyecto de la Aecid habla de "escisión", puesto que "la palabra mutilación genera rechazo en la población local", explicó el responsable de la Aecid en Ziguinchor, Tomás Serna. Al tratarse de una práctica ancestral de raíz cultural, más que religiosa, se pretende, según Serna, que las familias puedan seguir organizando la ceremonia y el proceso de iniciación de la mujer, pero sin que culmine con el corte del clítoris.

La Aecid quiso aprovechar la presencia de la Reina para lanzar este proyecto innovador, financiada con 190.000 euros. En el acto, intervino Mahawa Doumbia, una mujer de la etnia bambara que fue víctima de la ablación y que ahora se dedica a prevenirla como educadora. "Yo la sufrí en mi carne. No fue por mi voluntad, sino por la de mis padres. La escisión es una forma de opresión social, un ataque a la dignidad de la mujer que se basa en creencias ancestrales", relató.

En su duro testimonio, Doumbia subrayó que muchas chicas aceptan la extirpación genital "porque no quieren ser estigmatizadas por la sociedad" si la rechazan, aun a costa de poner en peligro su salud. "Pero no es necesario sufrir la escisión para ser una mujer formada", apuntó la educadora, quien añadió que ni el islam, ni la religión cristiana, obligan a hacer la escisión, a pesar de que, en ocasiones, los padres se escudan en este argumento para someter a sus hijas al rito.

Por otra parte, la Reina se desplazó a la comunidad de Oussouye, a unos 40 kilómetros, para conocer el proyecto de granjas familiares Natangué ("prosperidad", en el idioma local) promovido por la Aecid y el Gobierno senegalés. El proyecto, dotado con un millón de euros, prevé la puesta en marcha de un centenar de explotaciones agroecológicas, que se ampliarán con otras 170.