"Mi relación con la música es esencial y existencial", explica Ute Lemper, que mañana, domingo, ofrecerá un concierto en el Teatro Real con el que invitará a "viajar" por el Berlín de Bertolt Brecht y Kurt Weill, el París de Jacques Brel y Edith Piaf o el Buenos Aires de Astor Piazolla.

Para la alemana (Münster, 1963), "la música es lo que ilumina el día a día en un universo de caos" y así lo ha percibido siempre, pero al superar los cincuenta años "entró como en otra habitación", en un espacio "más espiritual" que le permite, entre otras cosas, sentirse mucho más cerca de su público, explica.

"Lo más importante es que la gente encuentre en mis canciones la conexión con su propia vida", subraya Lemper, a quien le "encanta" ver que cada vez más jóvenes también "conectan" con su música: "Es maravilloso ver que disfrutan con algo distinto de lo que escuchan en la radio". Pero esa conexión, puntualiza, solo se da con personas que entienden que la música no es "un simple entretenimiento" y que son capaces de ver en ella mensajes que tienen que ver con el amor, la paz, el sufrimiento o la libertad; conceptos "universales" de los que hablan todos las piezas que componen lo que ella define como su "repertorio tradicional". "Soy una persona profundamente pasional y busco siempre el amor en diferentes contextos. De no ser así, no podría ser artista", revela la cantante, que podría considerarse tan camaleónica y atemporal como su música.

Tan ecléctica como versátil, Lemper -que ha interpretado distintos papeles en musicales como "Cabaret" o "Chicago"- enriquece continuamente su repertorio con géneros muy variados, como el jazz, el tango o la chanson francesa, además de sonidos propios de otras culturas o con otras ramas artísticas, como la literatura.