Ya los dramaturgos griegos sabían moverse a la perfección entre el humor y la tragedia, dos recursos que la directora inglesa Sally Potter ha congeniado en su último filme, "The party", presentado ayer en la sección oficial de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci). "En la mayoría de los dramas, la tragedia y la comedia van de la mano", explicó momentos después su directora en rueda de prensa, quien también habló del proceso de rodaje "frenético" que se vivió en la película, rodada en dos semanas tras solo dos días de ensayos. Una obra que pretende hilvanar desde su mismo título, party significa en inglés tanto "fiesta" como "partido político", una comedia negra donde la tragedia introducida por los personajes solo puede combatirse con altas dosis de humor "cínico y desnudo de artificios". Los 71 minutos de metraje se convierten también en 71 minutos de una fiesta donde un reparto de lujo protagonizado por Patricia Clarckson, Bruno Ganz, Kristin Scott y Emily Mortimer, entre otros, abordan temas "trascendentales" como el debate mundial entre la sanidad pública y la privada, cómo afrontar una enfermedad terminal y "la crisis de la izquierda política en todo el mundo.