Libertad. Bajo esa eterna consigna vivió George Michael para alcanzar lo que estaba destinado a ser creativa, sentimental y sexualmente, una lucha que el artista recogió en un emotivo documental que ayer llegó a España y que constituye su último testimonio como "una de las últimas grandes estrellas de la música".

Igual que una de sus más célebres composiciones, no podía haberle dado mejor título a este "Freedom" que dirigió él mismo junto a su amigo y mánager David Austin poco antes de su inesperado final.

"En el Día de Navidad de 2016 la noticia de que nuestro querido amigo George Michael había fallecido nos conmocionó a todos. Pocos días antes había estado dando los toques finales a la película que estáis a punto de ver, su último trabajo", constata la modelo Kate Moss.

Tras ella son numerosos los testimonios de artistas de primer nivel que hablan sobre Georgios Kyriacos Panayiotou (Londres, 1963-2016), gente como Elton John, Stevie Wonder, Nile Rodgers o Jean-Paul Gaultier e iconos más actuales como el lenguaraz Liam Gallagher, que se revela como otro "fan" suyo.

Todos ellos destacan de inicio su valor musical como algo perceptible incluso desde sus iniciales escarceos con el pop para adolescentes junto a Wham!, en plena recesión británica en los años 80, cuando se alineó del lado escapista gracias a su habilidad para hacer "cancioncillas pegadizas".

"Transmitíamos felicidad porque éramos felices", afirma el músico, que confiesa que su crecimiento artístico vino impulsado por un "anhelo desesperado de ser famoso, amado y respetado".

Vaya si lo consiguió. Ya en solitario, logró confeccionar un nuevo personaje, más sofisticado, alguien que pudiera estar "a la altura de Madonna, Michael Jackson o Prince", un momento que llegó con la publicación de "Faith" (1987).

"En 1988 George Michael se convirtió en el artista de mayor éxito comercial del mundo. Esta es una historia sobre cómo la fama y la tragedia intervinieron para cambiar por siempre el curso de su historia", proclama una voz "en off" en los primeros minutos de "Freedom".

El montaje no soslaya esos momentos de desgracia que jalonaron su vida y que paradójicamente lo ayudaron a crecer aún más como compositor e intérprete. El miedo a no estar a la altura y la soledad, exacerbada por una homosexualidad reprimida desde que estampó su firma en un contrato con una multinacional.

"Me sentía muy triste y solo. Recuerdo estar ahí de pie, con lágrimas en los ojos, pensando que realmente no podría volver a hacerlo", recuerda y allí afianzó su estatus en colaboración con artistas como Aretha Franklin y conquistó parcelas de la música rhythm and blues.