El corazón tiene una llave, lo demás son simulacros". Esto es una cosa que repite con frecuencia Ana Obregón. Pero la artista global, que está de vuelta, ha descubierto que existen los cerrajeros. La llave, el cerrajero y lo demás, con toda su literalidad. Resulta que regresaba ella tan ufana de un almuerzo superdiver cuando cayó en la cuenta de que se había dejado las llaves dentro de casa. Y en vista de que no tenía una copia a mano (por lo de una sola llave) ni corta ni perezosa llamó a un servicio de urgencia y se tendió, cual odalisca, muy sencilla ella, a esperar, mientras se fotografiaba para inmortalizar el momento en Instagram. Si era o no metáfora, ya se verá. Por el llavero.