Apenas 24 horas después de la muerte de Terele Pávez, el cine español se ha ido a negro de nuevo por el fallecimiento del rebelde Basilio Martín Patino (Lumbrales, Salamanca, 1930) responsable de "Queridísimos verdugos" (1977) y otras cintas que hicieron del más "rojo" de los realizadores también el más censurado del franquismo.

Cineasta, productor y guionista, al de Lumbrales (Salamanca) le ha sobrevenido la muerte en Madrid a los 86 años tras una carrera en la que, como han destacado las numerosas muestras de condolencia y de respeto, se destacó como un "renovador" del lenguaje y de la técnica narrativa. Así lo ha señalado el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, quien ha lamentado la pérdida, además, de "un cineasta comprometido con sus ideas" y con este arte, así como "una de las personas que firmó el acta fundacional de la Academia de Cine".

Méndez de Vigo ha avanzado que se trabajará en una retrospectiva de su obra y en la exposición de los fondos personales y documentales de su colección donados por deseo de Patino a la Filmoteca Nacional.

Quizás así llegue a valorarse más a un director al que la industria no calibró apropiadamente, en palabras de su amigo Javier Tolentino, director del programa de Radio 3 "El séptimo vicio", por obsesiones como la de "no aceptar nunca un premio de una institución o como que sus películas no las comprase nunca Enrique Cerezo".

Martín Patino fue un pionero, un realizador valiente y valioso a quien la industria no valoró apropiadamente. Concha de Plata del Festival de San Sebastián con su debut tras la cámara, "Nueva cartas a Berta" (1965), título emblemático de la filmografía española, en su obra se sucedieron otros hitos, como la trilogía que no pudo estrenar en España hasta la muerte de Franco y que integran "Canciones para después de una guerra" (1971), "Caudillo" (1974) y la citada "Queridísimos verdugos" (1973).

Quizá, explica su amigo Javier Tolentino, director del programa de Radio 3 "El séptimo vicio", faltó ese reconocimiento por su obsesiones: "No aceptar nunca un premio de una institución -se negó en redondo a presentar sus cintas a la Academia del Cine, por ejemplo-, y que sus películas no las comprase nunca Enrique Cerezo".

El carácter rebelde y decidido de este intelectual nacido en medio de una familia tradicional -sus hermanos se hicieron religiosos, de hecho, José María (1925-2015), fue secretario del cardenal Tarancón-, se puso de manifiesto enseguida, ya desde sus años de estudiante de Filosofía y Letras en Salamanca, donde nació. La Guerra Civil y Salamanca, su ciudad, usada como metáfora de tantas cosas, fueron siempre su "leitmotiv", un tema recurrente en su filmografía.

Martín Patino hizo, en los setenta, las cintas más censuradas del cine español, desde "Canciones para después de una guerra" (1971) a "Queridísimos verdugos" (1977).

En "Caudillo" (1974), rememora Tolentino, "le dijo al dictador que era un asesino, y se lo dijo en vida del general, con la elegancia de su cine y la contundencia y austeridad de su inteligencia".

"Sólo Carrero Blanco entendió lo que decía su cine y vetó ambas películas con cárcel para quien las difundiera. Fue más censurado que Berlanga, más incluso que Bardem. De hecho, Televisión Española hoy no emite esas cintas", asegura Tolentino. Fue un maestro para muchos otros, como José Luis Guerín o Lois Patiño, que vieron la profunda utilidad del documental en la historia cinematográfica española, pero también hizo preciosas películas de ficción, como "Nueve cartas a Berta" (1966). Una cinta que sufrió la censura más tenaz, lo que no evitó que se convirtiera en un referente de la época.

Agotado de aquella experiencia, fue después de su siguiente película, "El amor y otras soledades" (1969) cuando Martín Patino, se fue a los márgenes de la industria.

Callado, elegante y tímido, plasmaba su determinación en sus obras, no solo cinematográficas, sino en sus libros, sus montajes audiovisuales o sus trabajos para la televisión convencional; aunque su carácter inquieto le llevó en 1984 a poner en marcha su propia cadena clandestina, "El Búho", dirigida por Pablo Martín Pascual. E hizo promocionales, como el de la candidatura de Sevilla a la Exposición Universal (Expo'92), "El nacimiento de un Nuevo Mundo", con el que Sevilla ganó la convocatoria.

Sus últimos audiovisuales fueron "Homenaje a Madrid" (2004), con motivo de los atentados islamistas del 11-M y que se proyectó en PHotoEspaña; "Corredores de fondo" y "Fiesta", ambos de 2005 y mostrados en los Pabellones de España de la Bienal de Arquitectura de Venecia y la Exposición Universal de Aichi (Japón), respectivamente. Pero, para los más jóvenes, será el documentalista del 15-M. "Libre te quiero" (2012), que rodó ya rozando los ochenta años y cuando ya había anunciado su retirada, es su legado más sincero y "desde dentro".Solo faltaba la canción, que puso el cantautor Amancio Prada, "Libre te quiero" y que hoy sirve también de epitafio para un gran hombre, gran intelectual y gran cineasta que ha perdido el cine español.