La reina Isabel II de Inglaterra asistió a las carreras de caballos del Royal Ascot, una de sus aficiones predilectas, después de inaugurar la legislatura en el Parlamento británico, en una ceremonia que este año se desarrolló con menos pompa de lo habitual.

La soberana abandonó rápidamente el londinense Palacio de Westminster (sede del Parlamento) tras pronunciar el Discurso de la Reina, en el que lee el programa legislativo del Gobierno, para llegar, antes del inicio de la competición, al hipódromo de Ascot, situado cerca de su castillo de Windsor. Tuvo tiempo de cambiarse de ropa -de un conjunto azul pasó a otro amarillo- antes de participar en la procesión real, que cada día inaugura la jornada de carreras con un paseo de la familia real desde Windsor al hipódromo en una carroza tirada por caballos.

Isabel II, a quien le gusta apostar, asiste al Royal Ascot, el evento social más importante de la temporada y que dura cinco días, sin la compañía ayer de su esposo, el príncipe Felipe, que está ingresado por una infección, aunque en principio su situación no reviste gravedad. El día anterior sí acudieron juntos.

Un portavoz de la soberana confirmó que ésta "se mantiene informada" sobre la evolución de su marido, que tiene previsto acudir también a la cita hípica en cuanto se restablezca.

La afición de la monarca, de 91 años, por los caballos y en particular por el aristocrático Royal Ascot, fundado por la reina Ana en 1711, es sobradamente conocida y ayer motivó un chiste en el Parlamento. Por primera vez desde 1974, Isabel II presidió una ceremonia de apertura del Parlamento con menos pompa de lo normal, debido, según ha indicado palacio, a la imposibilidad de organizar un evento por todo lo alto, después del despliegue realizado el pasado fin de semana para festejar el cumpleaños oficial de la soberana.