El Parlamento japonés dio ayer el visto bueno definitivo a la ley que permitirá que el emperador Akihito ceda el trono a su hijo, el príncipe heredero Naruhito, lo que se prevé que suceda hacia 2018 en la primera abdicación en este país en 200 años. La normativa fue aprobada por unanimidad en la Cámara Alta diez meses después de que el monarca de 83 años expresara, en un insólito mensaje televisado, su deseo de abandonar el trono por su avanzada edad y su salud delicada, un supuesto que la ley que rige la Casa Imperial japonesa desde 1947 no contempla. En su alocución del pasado agosto, el emperador evitó referirse de forma directa a su abdicación o a cuándo tendría lugar, puesto que esa mención podría haber sido considerada como una vulneración de las limitadas funciones que le asigna la Constitución nipona.