Primero fue el demonio. Luego pasó a ser el ángel de la guarda. A Chema Alonso le llamaban "el Maligno" por sus maniobras orquestadas en la oscuridad informática, hasta que Telefónica decidió llevar a la práctica el lema "si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él". Y lo fichó como "chief data officer". Para entendernos: el jefe de los datos y la seguridad de la mayor compañía de telecomunicaciones de España. Un cargo que no cambió su apariencia: gorros de colores, pelo largo, camisetas. La pasada semana, Alonso fue condecorado por la Guardia Civil, pero también pasó uno de sus peores momentos por el ciberataque internacional que puso teclas arriba a la empresa que le había contratado. Su actuación ante la agresión del malware "Wannacry" fue muy criticada. Alonso no tuvo su mejor día al difundir en Twitter el siguiente mensaje: "Como muchos sabéis, la seguridad interna de Telefónica no es una de mis responsabilidades directas. Pero todos somos parte de la seguridad... (...) Las noticias son exageradas y los compañeros están trabajando en ello ahora mismo". Poco después, Alonso se vio obligado a matizar sus palabras por medio de una carta a todos los empleados, vía intranet, en la que reconocía "errores" en la gestión de las primeras horas de la crisis: "El viernes fue uno de esos días en los que pudieron ser cometidos errores. Errores como el que yo mismo me achaco y que me llevo como lección personal aprendida al emitir información interna y/u opiniones en redes sociales sobre lo sucedido en momentos inapropiados".

Telefónica se fijó en Alonso cuando era uno de los "hackers" más conocidos. "Hay que distinguir entre 'hackers' y cibercriminales, los 'hackers' son buenos", subrayaba este ingeniero informático de sistemas por la Politécnica de Madrid y doctor en Seguridad Informática por la Universidad Rey Juan Carlos, y uno de los primeros "hackers" en España que montó una empresa de ciberseguridad con solo 24 años.