¿Qué se le puede regalara a alguien que lo tiene todo, todito, todo? Calabazas. A ver si no. La calabaza es lo más. Antioxidante, rica en vitaminas, minerales y fibra y baja en calorías. Hidrata la piel y estimula el crecimiento capilar. Y luego está el betacaroteno, que no solo es de un naranja luminoso, esa tonalidad tan de tendencia (des)gracias a Trump, sino que encima protege contra el sol. Por si eso fuera poco, sus semillas son un remedio muy eficaz para combatir los parásitos intestinales. Isabel Preysler lo sabe, y le encanta. Ella es muy de crema de calabaza. Así que Tamara, que es la niña de sus ojos, no tuvo dudas al decidir qué regalarle a su madre, que es los ojos (estiraditos) de su niña, con motivo de su 66 cumpleaños (increíble, pero cierto). Le puso entre las manos una sopera en forma de calabaza. A ver quién da más. Porcelana fina, sopa y calabaza. Todo en una. Ya tenía otra que imita un tomate. Por no aburrir, no insistiremos, pero el tomate tiene muchas propiedades. Pero no posee el rollo, la leyenda, de la calabaza: el cuento de Cenicienta, la fantasía de Halloween... que, en origen, allá en Irlanda, se ve que eran nabos, pero por fortuna para la Preysler al llegar a los Estados Unidos los cambiaron. Por una hortaliza con más glamour.
