"No tengo liquidez, podría vender un cuadro", aseguró Carmen Thyssen acerca de las negociaciones sobre la permanencia de su colección privada, que ha valorado en "más de 1000 millones", en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid: "Me tengo que pagar hasta el taxi, no percibo nada por el préstamo".

La baronesa, que antes de comenzar la rueda de prensa de presentación de la exposición "Obras maestras de Budapest", había difundido un comunicado valorando en "más de 1.000 millones de euros" su colección privada -distinta de la que constituye el Museo Thyssen gracias a la donación de su marido-.

La viuda del barón Thyssen ha insistido en varias ocasiones en la necesidad de llegar "a un buen acuerdo" con el Estado para actualizar una cesión que se renovó hace quince días por un plazo de tres meses y que está en plena negociación.

"La colección y yo nos sentimos un poquito abandonados", subrayó Carmen Thyssen, que recordó que cuando vendió en Londres "La esclusa" (The lock) de John Constable, en 2012 y por 28 millones de euros, ofreció la obra "a diferentes patronatos" de museos españoles por si querían adquirirlo "aunque fuera a plazos".

No quiso ir más allá sobre la posible venta de un cuadro, ni de cuál podría ser porque, ha dicho, "un coleccionista no habla de ventas", pero, precisó que no puede "asumir" quedarse "sin liquidez". "Me tengo que pagar hasta el taxi cuando vengo a las sedes de cualquiera de los museos. No recibo nada, aunque no pretendo ni quiero sacar dinero y todo lo he hecho con mucho cariño, pero, simplemente, para que la colección -la del barón- esté como está en este museo yo tuve que renunciar a mi legítima. Necesito liquidez y a lo mejor tengo que vender un cuadro y lo siento mucho", dijo. Insistió en que ella no puede estar "cada año" firmando una prórroga "sin aclarar la situación" de su propia colección.

"Cuando eres mecenas estás protegiendo colecciones pero hay que asegurar su futuro y por eso hay que hacer las cosas bien y ser consecuente con lo que la colección representa para el futuro de mis herederos, para mi futuro como mecenas y para el futuro de las siguientes generaciones".

Quiere, recalcó en varias ocasiones, que su colección siga en España pero "exige" movilidad para sus cuadros, que puedan exhibirse en otros museos en préstamo. En febrero de 2000, dijo, firmó un acuerdo en el que "había una interpretación en la parte fiscal" que ella "asumió" porque era, y es, residente en otro país -su pasaporte es suizo-, pero que "desea aclarar", aunque no explicó en qué consiste esa "interpretación".

Reconoció que hay "muy buena relación" con el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, y disposición para que todo se arregle, así como con el de Hacienda, Cristóbal Montoro: "Si nos intercambiamos christmas en Navidad...", rió.

"Hay que esclarecer la forma de hacer las cosas bien hechas. Nada más. Es lo que pido. Se lo he dicho al ministro -Méndez de Vigo- y él tiene tanto interés como yo de que se haga. Mi gran papel es que siga aquí pero quiero mover la colección. Podría ser un acuerdo de muchísimos años o definitivo pero eso hay que sentarse y hacerlo a fondo y que se respete".

La colección de la baronesa, según los datos que se habían manejado hasta ahora oficialmente, se compone de 429 obras, de las que 250 están expuestas.