Ya en la Edad de Cobre hay constancia del uso del fruto del olivo. La bella Cleopatra, cómo no, alternaba los baños de leche de burra con estos más pringosos y el aceite se cultivaba, y extraía, en la Grecia antigua. Más que eso. La fundación mítica de Atenas se atribuye a Atenea, y a un olivo. Atenea era hija de Zeus. Cayetano, el jinete, el conde, el duque, el Grande (de España), el tertuliano de las mañanas de Susanna, anda ahora en el negocio. El del aceite de oliva virgen extra. Y todos esos regalos gourmet que a los aristócratas les brinda la madre tierra (y los latifundios). Una cosa les digo: tras unos meses negros, al hombre se le ha acabado la mala racha, ha girado la veleta y la suerte le viene ahora de cara. Ya le puede dar gracias a Zeus. Y al Brexit. No en balde los Alba están emparentados, por linaje, con la queen y los suyos. Y, pensarán muchos, hasta con el Olimpo. El clima y la economía han puesto el precio del óleo por las nubes. Claro que también la tertulia cotiza al alza. Su excuñado acude a la misma. Bueno, a la misma no, aclara el noble: él, a la mesa política, el otro a la de sociedad. Que todavía hay clases, como diría Pablo Iglesias. ¿O Errejón?
