De las lejanas tierras del Norte, donde las horas de luz son escasas y las temperaturas bajo cero habituales, llega precisamente la receta de la felicidad. ¿Quiere ser feliz? Pues apunte esta palabra: "hygge" (pronúnciese "juga"). Es algo así como bienestar y tiene múltiples variantes para describir todo aquello que contribuye a hacer feliz a la gente. ¿De quién es el invento? De los daneses, quienes pueden presumir de ser los más felices del mundo.

Al menos tienen un organismo que así lo constata y vigila: el Instituto de Investigación sobre la Felicidad de Copenhague. Su director, Meik Wiking, ha sido calificado como "el hombre más feliz del mundo". Licenciado en Ciencias Políticas y aún en la treintena, él no lo niega, todo lo contrario, supone que si no es el más feliz, está entre los que lideran el ranking. Y ahora ha decidido compartir la receta con el resto del mundo en "Hygge. La felicidad de las pequeñas cosas" (Cúpula, 2017), un manual en el que explica por qué los daneses son expertos y cómo.

En Dinamarca también hay enfermedades, la gente se muere, las parejas rompen, te echan del trabajo (poco, la verdad, y rápidamente se encuentra otro o, al menos, la cobertura social está asegurada), los exámenes se suspenden, te ponen multas... Todo esto, origen de la infelicidad en el resto del mundo, allí se digiere mejor. ¿Algo ñoños tal vez los daneses por fiar su felicidad a una manta, a una taza de chocolate caliente o a una vela? Quizás, pero así se sienten bien. Estas son algunas de sus fórmulas, según Meik Wiking.

La luz: que no falten las velas | "No hay receta válida para el ´hygge´ si no hay velas", sentencia el director del Instituto de la Felicidad. En Dinamarca, el "aguafiestas" español es llamado "apagavelas". Están en todas partes, a todas horas, porque crean ambientes cálidos y acogedores. Cada danés quema 6 kilos de cera al año. Para iluminar las estancias cuidan mucho el diseño y su ubicación.

La casa, la más grande de Europa | Los daneses se vuelcan con el diseño y la decoración de las casas (son los que mayor espacio por persona tienen en Europa) porque estas "son la sede del ´hygge´, el hogar es el centro de su vida", dice Mike Wiking, pensando en lugares como España, de vida callejera. Tienen sus pisos bien equipados para disfrutar del "hjemmehygge": el 71% dice ser feliz en el hogar.

La ropa, estilosa pero informal | "Los daneses tienen cierto arte para ser elegantes e informales al mismo tiempo", señala Meik Wiking, que incluye en el código "hygge" un gran fular - no olvidar las constantes bufandas en la serie "Borgen"-; prendas voluminosas y superpuestas; pelo suelto o en un moño desaliñado; y un jersey de Sarah Lund de las Islas Feroe (popularizado en "The Killing"). Para comprar una prenda es mejor esperar a un momento especial, ese que siempre se recordará al ponerla.

La comida: carne, dulces y bebida caliente | "El alto nivel de consumo de carne, confitería y café en Dinamarca está directamente vinculado al ´hygge´", describe Wiking, quien advierte de que la carta del afamado restaurante "Noma" (cuatro veces calificado como el mejor del mundo) dista mucho de los platos cotidianos en Dinamarca. Comen 48 kilos de carne al año, muchos dulces y tartas y no faltan el vino caliente, el café y el chocolate. Todo muy "hyggeligt". No faltan los productos de temporada, de cercanía.

El secreto es que los daneses no sienten que pecan por atiborrarse de pasteles, todo lo contrario: "Hacen que todo sea ´hyggelit´, tanto comerlos como prepararlos. Además, aportan un ambiente distendido a cualquier reunión de negocios".