Son 60 años los que mañana cumple Carolina de Mónaco. Y son 60 años reales por partida doble. Por un lado, porque la cumpleañera es miembro de la realeza europea -de la casa Grimaldi, originaria de Italia y que desembarcó en el pequeño principado a finales del siglo XIII-; por otro, porque Carolina Luisa Margarita luce sin complejos las huellas que la edad va dejando en su rostro y cuerpo, hasta el punto de haberse convertido en una de las principales abanderadas de los "antirretoques" y el mejor ejemplo de la frase acuñada hace tiempo en España: "La arruga es bella".

Ni botox, ni lifting, ni cirugía... Difícil encontrar en Carolina de Mónaco algo más que buenas cremas y maquillajes. Todo lo contrario. Se exhibe al natural, sin complejos de ningún tipo, porque ella puede: siempre está a la cabeza de la lista de las mujeres más bellas, elegantes y glamourosas del mundo.

A los 60 años llega con tres hijos ya criados y con vidas hechas -los tres que tuvo con Stéfano Casiraghi-, y una adolescente, Alejandra, el ojito derecho de su padre, Ernesto de Hannover, con el que se casó en 1999 y del que se ha separado pero no formalizado el divorcio. En el rostro de Carolina se ven, además de las arrugas de la edad, las que han dejado sucesivas tragedias en su vida: perdió a su madre con 25 años y a su segundo marido con 33; superó una grave enfermedad tras quedarse viuda. Pero a los 60 años llega tranquila, serena y con una imagen impecable, pese a haber sido la reina de la juerga en su juventud.