Reír juntos y escuchar al otro. Son las recetas para una buena convivencia según Jennifer Lawrence y Chris Pratt, dos de las estrellas de cine más rutilantes de Hollywood, que en su primer filme juntos, "Passengers", viven un flechazo galáctico confinados durante el resto de sus vidas en una nave espacial. La pareja presentó ayer el filme en Madrid en un encuentro con la prensa ambientado como si fuera la mismísima nave Avalon que en la ficción, dirigida por Morten Tyldum ("The Imitation Game"), les traslada a otro planeta en busca de una vida mejor. El problema es que en la película el viaje dura 120 años y sus cápsulas de hibernación les despiertan antes de tiempo: 90 años antes. Mientras tratan de resolver el misterio detrás del fallo de la nave, surge el amor. "La risa funciona mucho, reírse juntos es lo mejor", ha señalado Lawrence, ganadora de un Óscar por "El lado bueno de las cosas" y que cuenta entre sus próximos proyectos con un filme sobre una espía y examante de Fidel Castro y otro sobre Zelda Fitzgerald.

Reír, no tomarte las cosas muy en serio y escuchar al otro", puntualiza Pratt en una breve entrevista conjunta tras la rueda de prensa. Aunque una lectura política del filme puede llevar a trazar un paralelismo entre sus personajes, los inmigrantes de hoy y las medidas anunciadas al respecto por Donald Trump, Lawrence y Pratt han evitado las preguntas políticas. Ella más directamente: "No hay ningún mensaje político". Él, más templado: "Lo bueno del cine es que en estos tiempos de división, ver una película es algo que une, no separa".