El actor Christopher Walken es un tipo que causa impresión. Alto, muy pálido y totalmente vestido de negro fue ayer el centro de las miradas en Sitges -donde recibió el Gran Premio Honorífico del Festival de Cine Fantástico-, pero no solo por su aspecto de vampiro, tan acorde con el festival de esta localidad, sino por ser el protagonista de grandes escenas de cine.

El jugador de ruleta rusa de El Cazador reconoció ayer que a lo largo de su carrera ha hecho "escenas cortas pero muy importantes", algo que le satisface porque "causar impresión es lo que desea cualquier actor". La escena de El Cazador es inolvidable, pero no es la única que ha venido a la mente a sus seguidores cuando le han visto aparecer por el Festival. En Sitges todos le recuerdan dando un reloj de oro a un niño en Pulp Fiction o interrogando a Denis Hopper en True Romance, dos películas en las que Walken ha dejado su huella, a pesar de no ser el protagonista.

Más extenso es su papel en The Funeral, de Abel Ferrara, un director con el que ha trabajado en seis largometrajes y que es un amigo personal, según señaló ayer. En papeles largos y cortos, Walken demostró ser "una gran personalidad de Hollywood", según el director del festival, Ángel Sala. "Ser actor es algo que hay que sentir muy dentro. Creo que es algo que quizás no se puede enseñar en una escuela", indicó el actor, quien reconoce que revisa las tomas de sus filmes para ver errores que erradicar o virtudes que consolidar.

Respecto a su método de trabajo también ha explicado que le cuesta mucho aprenderse los textos y los repite miles de veces en la cocina de su casa, unas veces imaginando que es Elvis Presley, otras Bugs Bunny y otras Woody Allen para conseguir fijar las palabras en la memoria.En su opinión, el guion "es por donde hay que empezar" porque "en las palabras está todo", razona.