Se acabaron las normas en la moda. O por lo menos, eso es lo que pretenden conseguir las semanas de la moda más importantes del mundo. Nueva York, Londres, Milán y París han hablado en las últimas semanas y han dejado claro que las cosas en el prêt-à-porter están cambiado. Y en eso ha tenido mucho que ver la calle, cada vez más impaciente a la hora de hacerse con las tendencias que las grandes casas de moda presentan en sus desfiles.

Por eso, los clásicos que pocos se atrevían a discutir están cada vez más débiles. En verano se puede vestir de invierno, pieles incluidas, y en invierno de verano. Y si no, que se lo digan a Christopher Bailey, director creativo de Burberry, que llenó su propuesta para el próximo verano de borreguillos y capas no aptos para las jornadas de 30 grados.

Pero, aunque suene raro, no es el único. Los diseñadores apuestan por ofrecer prendas que puedan salir directamente de la pasarela a la tienda, que rompan esa casa vez menos aceptada espera de seis meses para que llegue la temporada adecuada para poder comprarlas, y que eviten las copias de las firmas lowcost que, gracias a su potente maquinaria, pueden hacer un look simétrico en pocas semanas.

Y en la gran manzana, Tommy Hilfiger se ha puesto a ello. Un desfile que se podía comprar al momento, lleno de chaquetas de inspiración militar, sudaderas y jerséis XL con logo, cazadoras biker y pantalones de cuero, vaquero oscuro y camisetas y bomber con influencias del boxeo y el baloncesto. Pero aunque su colección estuviera destinada al invierno, sus propuestas se vieron repetidas una y otra vez en en resto de capitales de la moda. Las sudaderas blancas de Dior (que inmediatamente teletransportaban al receptor al receptor a la colección "Missing" de Davidelfin), las chaquetas militares y el denim desgastado de Dsquared2, y las bomber de aspecto tricotado de Chanel confirman que Hilfiger está en lo cierto y que si se quiere estar a la última, alguna de estas prendas tendrán que colarse en el armario cuanto antes.

En París, Balmain vistió a sus mujeres tribales con abrigos XL de piel de pitón, complementándolos con looks tipo safari, muchos llenos de cortes y transparencias, que sí encajaban en los días de verano. La inspiración africana, que también se vio en Madrid de la mano de Jorge Vázquez, contrasta con los aires barrocos y la inspiración ochentera renovada que protagonizó muchos desfiles. Gucci se rindió por completo al brillo y los tejidos metalizados en Milán, Louis Vuitton a las rockeras de los 80 con el oro, el cuero y las hombreras en Paris. Así que sí, los metalizados que ya dominan los looks desde el pasado verano han venido para quedarse. También la piel en sus múltiples versiones y las transparencias. Porque si hay algo que han dicho los grandes de la moda es que para llevar mejor los tiempos difíciles no hay que ocultarse ni resguardarse.

Más bien todo lo contrario. Las campañas para el próximo verano se llenan así de tules, sedas y cortes inesperados que muestran lo mejor del cuerpo. Sobre todo si lo hace a través de vestidos largos ultrafemeninos, como los que lució con majestuosidad Valentino, o en cortos llenos de volantes con ese aire dulcemente irresistible que caracteriza a Chloé. Los aires masculinos, pero desde una perspectiva vanguardista, se imponen en la mujer de 2017. Y unos buenos aliados para acertar con ese look son los pantalones con juegos de pinzas y volumen de la firma española Delpozo y las camisas irreverentes de la casa Monse.

Los complementos adquieren protagonismo y ofrecen un amplio abanico de posibilidades, desde carteras mini en las que casi no entra ni el móvil que darán mucho que hablar, hasta shopping bags inmensas en las que entra hasta un perchero para colgar todo lo que se lleva puesto. Los botines de tacón ancho también son para el verano, y los de tacón fino acordonados.

Las plataformas crecen y muestran su cara más "glam", y las sandalias de tiras o las zapatillas de andar por casa se cuelan en el podium de favoritas. Pasen, vean y elijan porque el menú de la moda es cada vez más amplio.