Reinventarse es el mantra del milenio. Y los famosos tampoco se libran. ¿No decíamos antes que Cayetano se ha metido a tertuliano? ¿Y que la "princesa del pueblo" anda de capa raída (como princesa y como pueblo)? Tanto es así que ha ampliado el negocio, diversificado los riesgos, ensanchado los horizontes. Ha puesto huevos en varias cestas. Para que no le pase lo que a Rosa Benito, que por no ir no fue ni a la boda de su sobrina. Ella que no se pierde una foto en "¡Hola!" ni que Amador ande arrastrando los restos del naufragio por la playa de Chipiona. La popular -por lo del pueblo- igual que te planta el pandero en la silla del plató o en la tumbona de la piscina que te escribe best sellers, te anuncia desde bingos a sartenes o te diseña joyas. Así como lo oyen. Te diseña joyas. ¿Por qué no? Diseñar es un concepto muy amplio, muy laxo. No descarten que se dedique Chabelita, sin ir más lejos. Son tiempos rarunos. Tiempos en que te encuentras en televisión, casi al alimón, al pequeño Nicolás y un infante de España. Los suyos se hacen cruces temiendo que siga la trayectoria del tito Lecquio. Y cuando digo suyos me refiero a Peñafiel, desde luego.
