El "postureo", ese afán por salir divinos en las fotos y mostrar a los demás lo felices que somos, también necesita vacaciones. Expertos de las universidades Complutense de Madrid y de Navarra advierten que la moda del selfie puede llegar a ser adictiva y provocar estrés y depresión al necesitar la aprobación constante de los demás en las redes sociales. Los especialistas comparten la tesis nacional. "Hay usuarios que deberían ponerse a dieta de Instagram, Facebook o Twitter. En algunos casos la conexión llega a ser tan perniciosa que ya hay quienes decididen incluso abandonar y borrar sus cuentas", explica el catedrátrico de Piscología, Marino Pérez.

El problema es que los jóvenes de hoy en día han nacido y crecido con internet, por lo que la desconexión cuesta un triunfo. Más aun en verano, que es la "temporada alta" de presumir y colgar sin parar imágenes de lo mejor del día. Las cuentas de los famosos echan "humo" con instántaneas en las que presumen de silueta en la playa o ponen "morritos" ante la cámara. Los anónimos tampoco se quedan atrás.

Pero, ¿todo lo que sube a la red es verdad? Marino Pérez contesta: "Nuestros perfiles están basados en la mentira. Lo que se cuelga está seleccionado, retocado y mejorado. Parece que nosotros somos los más felices, tenemos la mejor pareja, comemos la mejor paella... Es un yo irreal. Y eso a la larga genera un vacío importante".

La psicóloga Olaya Begara, autora junto a Alejandro Bascoy del blog de "PsicoactivaMente", señala que "es obvio que no vivimos así de contentos y espléndidos las 24 horas del día, los siete días a la semana y los 365 días al año. Si siempre estuviéramos al 100% no podríamos disfrutar de los buenos momentos de la vida".