Quién no ha soñado de niña con caminar con la elegancia y la delicadeza de una bailarina de ballet. Proyectar una imagen entre la belleza inocente y angelical del cisne blanco, y la sensualidad arrebatadora del lado oscuro, a lo Natalie Portman en la película Cisne negro. Pues los grandes diseñadores, y como no, las grandes casas de moda de bajo coste (low cost) han convertido ese mundo mágico en realidad. La danza, en sus diferentes versiones, siempre ha sido una fuente de inspiración para la moda, pero el próximo otoño, será su versión más clásica y tradicional la que se apodere del armario, para sacar el lado más femenino de la mujer. Las bailarinas, los tules, el rosa empolvado, los maillots, el plumetti, los leggings y las medias con goma por debajo del pie (conocidos también como pantalones fuseau) y moños, muchos moños; se han apoderado de las pasarelas, de los escaparates de las grandes firmas y del street style.

Dior, Valentino, Chloé... fueron varios los que en los últimos años anunciaron a gritos el regreso del look de la danza clásica a la élite de la moda, pero la confirmación definitiva llegó de la mano de Miu Miu este verano. Sus bailarinas de ballet tradicionales, realizadas en satén o piel fina y plagadas de cintas, pero con una dosis importante de rock y de punk en su diseño, conquistaron a la crítica y a las grandes influencers de la moda. En rosa, en rojo, en negro, en verde menta, en blanco, bordadas o en plata, con lazos de cuadros vichí (uno de los estampados estrella de esta temporada), abalorios colgando y correas con tachuelas que cruzan el empeine del pie; se han convertido en el elemento imprescindible de los looks más informales de las celebrities y las blogueras más respetadas del sector. Y, como siempre, su precio (550 euros) ha hecho que sus imitaciones, de todo tipo y condición, crezcan a un ritmo vertiginoso en todo el mundo. Entre las mejores opciones, el modelo que ha lanzado Uterqüe, una de las líneas de gama más alta del grupo Inditex, para este otoño. Realizado en piel, en el clásico rojo empolvado, y con dos versiones de tiras intercambiables, en negro y en cuadros de tonos marrones y beige. Una forma más asequible de pasear por la calle con ese sueño infantil.

Y si la firma italiana de Miuccia Prada fue la protagonista del verano, su compatriota Valentino es la del próximo otoño. No es la primera vez que Pierpaolo Piccioli (y Maria Grazia Chiuri, que acaba de abandonar la firma tras 17 años para irse a Dior), director creativo de Valentino, dedica su colección a la danza. Pero su propuesta para el otoño-invierno 2016/2017 es una pasarela dedicada a las dos caras del cisne. Los looks completamente negros, con faldas de tul incluidas, y moños pulidos de bailarina; dan paso a una línea en rosas empolvados dominada por los maillots, las medias y los leggings con brillos y texturas, los volantes, los tules y las transparencias. Una moda que también se pudo ver en las propuestas de otros diseñadores para esta temporada como Viktor & Rolf, en su estilo más "cañero"; en Alexander McQueen, sacando su lado más sexy; en Chloé, en su versión más lady; o en los españoles The 2 Skin Co., rendidos al rosa y al satén; y Teresa Helbig, enamorada del plumetti y los tonos pastel. Y, como siempre, sus dobles ya están en las perchas de los grandes imperios textiles, como Zara, Asos o H&M.

En Valentino las modelos caminan bailando, con las tradicionales bailarinas de piel rosas y el clásico lacito delantero, que ha adaptado Zara a la perfección, consiguiendo que su stock esté casi siempre agotado; o con un modelo más atrevido con tacón, que también se ha animado a versionar Mango con las cintas de piel incluidas y un tacón ancho apto para las menos aficionadas al calzado de altura.

Tanto el color como los tejidos propios del ballet tendrán en los próximos meses un papel protagonista, mostrando sus infinitas posibilidades de combinación y su facilidad para adaptarse a estilos completamente diferentes. Las bailarinas se apoderarán de las calles, de las fiestas, de los cócteles y de las jornadas de trabajo; pero también de las sesiones de gimnasio, los paseos de domingo y las citas más sport. Pero habrá que esperar para ver si esta moda, con la que todas las mujeres repasarán en su mente el plié, demi-plié, y grand-plié que realizaron de niñas frente al espejo; viene para quedarse o volverá a encerrarse en el armario del olvido durante años.