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Martes | 28 Sapos y princesas

Érase una reina de la belleza, una cenicienta, una princesa en potencia. Érase un príncipe azul... Bueno, vale, ni príncipe ni azul. Ni apuesto. Pero con su caballo y su castillo. Y el príncipe y la princesa fueron felices y comieron perdices. Hasta que se acabaron las perdices y al príncipe lo pillaron en un renuncio y fue apresado y sufrió un achuchón. Entonces la princesa cogió sus vestidos y sus carruajes y todo lo que encontró -a decir de la hija desheredada- y dijo adiós, muy buenas, resulta que eras sapo en realidad. Y él: cómo puedes hacerme esto ahora que me veo mal, tu corona era de pega en verdad. Menos mal que estas cosas solo pasan en los cuentos.

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