A Máxima de los Países Bajos el nombre que le pusieron sus padres, hará el próximo 17 mayo 45 años de ello, le viene que ni planchado. Porque desde que se convirtió en un personaje público a raíz de su noviazgo y posterior matrimonio con el ahora rey Guillermo, sus apariciones han ido a más, como a más han ido sus sombreros, los colores de sus vestidos y su interminable sonrisa. La argentina se ha ganado por méritos propios ser la reina, no solo de los holandeses, sino de toda Europa. A estas alturas -en 1999 comenzó a cortejar con Guillermo, en 2002 se casó con él y en 2013 subieron al trono- va en popularidad varios pasos por delante del resto de compañeras de las monarquías del continente, a quien los cronistas no dejan de comparar siempre con ella: ante la espontaneidad, alegría, vivacidad y elegancia de "Maxi" nada tienen que hacer consortes como Letizia de España, Mette-Marit de Noruega, Mary de Dinamarca o Charlène de Mónaco.

Una elegancia, en vestidos y complementos, en la que arriesga e incluso se pasa. Sonada fue la última polémica por llevar una especie de esvásticas nazis a la espalda en Alemania.

Estudiada en Buenos Aires (en la capital acudió a la elitista escuela Northlands) e iniciada en el mundo profesional en Nueva York, sus compatriotas la tienen como una de sus tres joyas internacionales junto al papa Francisco y al futbolista Messi.

Mejor que nadie ha sabido lidiar con el sambenito de tener un padre con un cargo durante la dictadura militar argentina (Jorge Zorreguieta). Luce sin complejos -aunque últimamente ha adelgazado- sus curvas. Su marido la mira con ojos de corderito cuando ella se pone a maniobrar en cualquier acto público. Se ha metido en el bolso a su suegra, la reina Beatriz. Por todo ello, feliz cumpleaños