Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El vestidor

El hijo de Lecquio y Ana Obregón es emprendedor. Se veía venir. Desde la cuna. Se veía en el orgullo de madre. Se veía en el orgullo de padre. De casta le viene al galgo. De tal palo, tal astilla. Él habrá puesto de su parte, nadie lo niega, pero ya llevaba ganada la carga genética. La madre, bióloga antes que nada -aunque las lenguas viperinas insistan en que sigue sin mostrar el título a cámara-, segunda de su promoción, actriz, bailarina, guionista, presentadora y lo que se tercie. Y todo de matrícula. Excepto los hombres, que le han salido dispersos, por decirlo de algún modo. Y el matrimonio, que siempre se le ha resistido. El padre, conde italiano, economista, comentarista de corrillos rosas. Aunque Ana es de familia acomodada, él es el que aporta la sangre azul. Lo sabrán porque figura en los libros de historia y en el Hola y lo repiten ellos hasta la saciedad. Alessandro pertenece a la familia del rey. Hasta tiene hemofilia, el mal real. Hace poco le operaron de una hernia y la cosa se complicó por sus problemas de coagulación. Pero esas cosas ya no son causa de exclusión en el orden sucesorio. Sus partidarios no deben temer por el delfín. O tiburón. Por lo de Interviú.

Compartir el artículo

stats