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Una "Julieta" vestida a lo Grande

La diseñadora Sonia Grande firma por tercera vez un vestuario almodovariano, un trabajo muy complejo de resultado deslumbrante que abarca tres épocas de la moda

La diseñadora de vestuario Sonia Grande (Oviedo, 1964) vuelve al escaparate. Tras una carrera envidiable, avalada por un premio Goya al mejor vestuario en 1999, por la película "La niña de tus ojos", su deslumbrante trabajo en la película "Julieta" la trae de nuevo a la actualidad. Grande ha colaborado con los directores españoles más notables, como Alejandro Aménabar, Fernando Trueba, Icíar Bollaín, José Luis Cuerda y, por supuesto, Pedro Almodóvar.

"Julieta", que se estrenó el pasado viernes, es su tercera colaboración con Almodóvar. Sonia Grande, Medalla de Oro de las Bellas Artes, tiene pendiente de estreno además "The Lost City OfZ", del prestigioso James Gray, con Robert Pattison: "Muchísimo trabajo con un presupuesto indie".

Aún no ha visto "Julieta": "Me fui a rodar con Ricardo Darín a Argentina una película pequeñita y me he venido directa a Alicante a mi casita de vacaciones. Necesitaba descansar". Pero sí puede hablar de lo que percibió al leer el guion: "Una transformación en el mundo Almodóvar. Nos reímos mucho cuando le pregunté: ¿Te has vuelto naturalista o qué? Es una historia con un extraño realismo y de una sobriedad y contención muy necesarias". Trabajaron juntos en "Los abrazos rotos" y "Hable con ella", dos melodramas también pero muy distintos. "No sé qué se le pasa por la cabeza cuando me llama, quizás espera esa contención que necesitaba trabajando con los personajes, una manera de definirlos más tranquila".

A un cineasta tan exigente "le tienes que hacer propuestas continuas, los departamentos proponen referencias exponiendo su criterio de cómo lo harían, pero él es una persona creativa permanentemente y no puedes quedarte atrás, siempre tienes que estar ahí, ofreciendo ideas. Los personajes se van configurando tras muchísimo trabajo, pruebas extenuantes, una cantidad enorme de opciones. Y todo para llegar a lo mejor. Almodóvar no se conforma con menos, buscando lo que él considera más sintético".

Esta historia abarca desde principios de los ochenta hasta nuestros días y cuenta "la transformación de una misma mujer con dos cuerpos distintos. Son tres etapas de la moda muy distinta. Tuve mucho cuidado en los años ochenta y noventa, porque, aunque se necesita ese colorido especial que le gusta a él, no podía terminar siendo una caricatura que le venía mal a la narrativa. Salvo el personaje de Rossy de Palma, algo histriónico, hubo un control permanente de no dejarnos llevar por hombreras o flequillos bestiales. No funcionaba".

Pero no falta el color favorito del cineasta: "El rojo. Si tiene tres opciones, elegirá siempre ese color. Como él mismo me dice, la cabra tira al monte". Un rojo que no solo baña el vestuario, sino los bolsos, las tartas, los coches, los libros, las paredes...

Almodóvar se queda tranquilo "cuando se da cuenta de que ya tienes claro lo que pretende. Luego te va mandando referencias fotográficas, pictóricas, de moda determinados detalles.... Para que sigas trabajando sobre ello, y tú haces lo mismo. Nunca me rechaza nada con contundencia porque, después de tres películas ya nos conocemos y sé lo que no va a gustarle nada".

Muchas de las piezas fueron compradas en Londres: "Me iba allí los fines de semana a comprar cosas por mi cuenta, al margen de la productora. Como Almodóvar, me he vuelto un poco esteta y soy maniática para la ropa de las películas, si encima trabajas con uno que lo es más que tú, se juntan el hambre con las ganas de comer. Iba a Londres porque conserva mucha ropa original de los 80. No es complicado encontrarla de esos años, pero sí lo es dar con la que necesitas, bonita, original, que encaje con el colorido de los fondos..." Para vestir la década de los noventa recurrió "a la firma italiana Prada. Contactamos y le pedí que nos reprodujeran prácticamente entera una colección de los 90 para Adriana Ugarte".

Los complementos juegan un papel importante, sobre todo los bolsos y las inevitables gafas de sol. O los pendientes de una colección personal de Almodóvar que ya usó en "Los abrazos rotos". "En el plano más pequeño que veas todo está muy medido por Pedro, nada sale sin un sentido, incluso el cenicero que apenas se ve. Hubiera sido un artista plástico sensacional".

Bebés, niñas, adolescentes, jóvenes, adultas, ancianas... Mujeres de todas las edades: "El armario de la película es muy amplio", y hay sitio para el guiño: Susi Sánchez aparece con un vestido (y unas gafas espectaculares) que es un pequeño homenaje a la Julieta Serrano de "Mujeres al borde de un ataque de nervios". Es un modelo de Leonard "porque Pedro quería que llevara ropa de los años 70, cuando ella era joven".

Dior fue de "gran ayuda para vestir a la chica fashion de la película, Michelle Jenner. Hace de una fashion victim, trabaja en el mundo de la moda y elegimos justo la colección que estaba fotografiando en el momento en que rodábamos la película. Tuvieron que hacernos todas las réplicas a su medida". Y es que el nombre de Almodóvar abre muchas puertas.

Vestir esos años 80 o 90 en los que transcurre buena parte de la película, además del momento actual, "es un trabajo más difícil que hacerlo para el siglo XVII, cuanto más reciente es la época, peor, porque la recuerdas, sí, pero la recuerdas mal, te piden que sea real cuando están equivocados, la memoria les engaña. Y tienes menos libertad".

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