Ya llovió. En 2002, la serie de ciencia-ficción que mantuvo abducida a la audiencia en medio mundo durante tres lustros llegaba a su fin con un capítulo más bien olvidable. "Expediente X", con su inconfundible musiquilla y su eslógan de "La verdad está ahí fuera" consiguió, gracias sus guiones intrigantes, su habilidad para manejar los hilos de las sombras y la evidente tensión sexual de su pareja protagonista, mantener en vilo a millones de espectadores que se han tenido que conformar durante esta larga ausencia con una película muy floja y reencontrarse con Gillian Anderson y David Duchovny en productos de menor fuste. El regreso en forma de miniserie está dejando un rastro de división en las opiniones de los seguidores de la serie veteranos y de desinterés en las nuevas generaciones a las que los modestos efectos especiales y la trama clásica con dos actores maduros les sabe a poco. Los defensores de esta vuelta la consideran digna y sobradamente interesante. Sus dectractores la ven rancia y casi autoparódica, convirtiendo las pesquisas del pasado en una monumental conspiración de élites fascistas que usan la tecnología alienígena para dominar el mundo.
Lo cierto es que el primer episodio, brotes de nostalgia al margen, tuvo gracia inicial con esa aparición de un destartalado Duchovny que parecía venir del set de "Californication", y mejor conservado que una Anderson más estirada que nunca, pero la trama empezó a hacer aguas pronto. El segundo capítulo, en cambio, mostró más garbo visual, y el tercero está siendo unánimemente elogiado. Continuará...
