Es uno de los grandes cineastas de la actualidad. Imprevisible y capaz de llevar a su terreno de obsesiones cualquier historia, desde La red social hasta Zodiac pasando por Perdida. La enigmática personalidad de David Fincher protagoniza El viajero de las sombras (T&B editores), un exhaustivo y lúcido trabajo de Pau Gómez sobre un creador que "posee una cualidad única dentro del cine norteamericano actual: su determinación a la hora de sacar adelante proyectos imposibles. Por si esto fuera poco, no lo hace desde una perspectiva independiente, sino al amparo de los grandes estudios, con presupuestos considerables y grandes estrellas. No importa si dirige la tercera entrega de una franquicia como Alien o si adapta a la pantalla un best-seller mundial como Millennium, porque Fincher mantiene intacta esa visión pesimista sobre la condición humana que ha caracterizado su obra desde el principio".

Cuesta imaginar a otro cineasta "capaz de imponer un desenlace como el de Seven o de rodar una obra tan transgresora como El club de la lucha solo para mostrarse consecuente con su propia sensibilidad. Porque en el cine de Fincher dominan los personajes perversos, y en él la oscuridad -formal y narrativa- acaba absorbiendo cualquier resquicio de esperanza. Una visión que incluso se hace extensiva a su título más épico y romántico, El curioso caso de Benjamin Button, donde el tiempo, con su avance inexorable, se erige en el verdadero villano de la historia. Y donde la típica lluvia de las películas de Fincher anuncia, una vez más, la llegada inminente de la muerte".

En este sentido, subraya el autor, "Zodiac me parece su obra maestra, y la película que mejor define su mirada artística. El protagonista es un antihéroe destructivo (igual que el Daniel Craig de Millennium o el Ben Affleck de Perdida) que poco o nada puede hacer para frenar el avance del Mal, representado aquí por un asesino en serie que, cómo no, sale vencedor del retorcido juego que mantiene con sus perseguidores. Un personaje que, además, ilustra a ese antagonista aficionado a los mensajes encriptados que tanto le gusta a Fincher, al igual que el John Doe de Seven, la empresa recreativa de The Game o la impredecible Amy de Perdida".