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Viernes | 15 Alcachofa

Debe el nombre, según la leyenda, a una bellísima muchacha llamada así y seducida por Zeus, que después la transformó en alcachofa (algo que hacía el dios con frecuencia, lo de seducir y transformar). No es que la mocita llevara por nombre alcachofa, sino Cynara, que es el apelativo científico. Catalina de Médicis o Luis XIV eran muy de alcachofa, como Karlos Arguiñano. Y María José Campanario. En Ambiciones no se cultivaban, al menos no para su explotación al por mayor como en su día las fresas. A la mujer de Jesulín la afición le viene por la parte diurética y adelgazante. La archiconocida dieta. Mejora la línea y encima se marca unos bolos remunerados. Cosa que siempre viene bien y más ahora que anda buscando empleo, como una española más. Aunque el precio a pagar sea, cómo no, hablar de Belén Esteban. Y encima bien. No hay nada como poner un Toño en la vida de una. Cuando hay un malo malísimo enseguida se monta una piña y las enemigas irreconciliables se unen en un frente común, liman asperezas y se solidarizan. Primero Olvido Hormigos, ahora -manteniéndolas distancias- Campanario. Otra propiedad a añadir a la larga lista de la alcachofa. Amén de la diuresis.

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