Lemmy Kilmister encarnó la cara más fiera y viciosa del heavy. Unió los decibelios y el ruido de los amplificadores con un estilo de vida salvajemente rockero. "Si piensas que eres demasiado viejo para el rock and roll, es que lo eres", escribió Lemmy en su autobiografía. Ian "Lemmy" Kilmister creció bajo el cuidado de su madre, ya que su padre le abandonó a los pocos meses de nacer. "Mi primer recuerdo es el de estar gritando, a quién y por qué motivo, lo ignoro. Probablemente fuese una rabieta... o puede que estuviera ensayando. Siempre he sido muy precoz", explicó un músico que siempre abogó por el lema "más rápido y más alto".

Como adolescente, Lemmy vivió el rock con auténtica pasión y Buddy Holly, Little Richard o luego "The Beatles" se convirtieron en sus ídolos, antes de que en los años sesenta pudiera trabajar como parte del personal de Jimi Hendrix en su gira por el Reino Unido. La fama de Lemmy también se benefició de todas las leyendas y mitos que rodearon su figura: la del gran vividor del rock, el amante del bourbon y las drogas, el coleccionista de objetos nazis y el mujeriego sin control. "Decidí dedicarme a la guitarra en parte por la música, pero al menos un sesenta por ciento de la responsabilidad hay que atribuírsela a las chicas", señaló Lemmy.