La ves en la foto y te da la sensación de que esta mujer no ha roto un plato en su vida. Pero luego lees lo que escribe y la primera frase ya está llena de pedazos cortantes: "Al principio, cuando desapareciste, tu madre me advirtió que descubrir qué te había pasado exactamente sería peor que no llegar a saberlo nunca. Discutíamos constantemente sobre ese tema, porque en aquella época discutir era lo único que nos mantenía unidos".

Y salta a la vista que Karin Slaughter (Georgia, 1971) tiene la mente perfectamente amueblada para lograr que se sientan incómodos los lectores, con una imaginación endiablada y una habilidad concienzuda para llevar el suspense al límite. Flores cortadas (Pretty girls en el original) es uno de los mejores ejercicios de tensión publicados este año. Un "thriller" de los llamados psicológicos con todas las de ganarse la atención de los amantes de las emociones fuertes.

Con 30 millones de libros vendidos en 31 países, Slaughter es una autora de éxito internacional que nos cae especialmente bien por ser una entusiasta y combativa defensora de las bibliotecas públicas en Estados Unidos. "Flores cortadas" (HarperCollins) narra, en resumidas cuentas, la historia de dos hermanas que, después de pasar mucho tiempo distanciadas, se reencuentran para investigar el pavoroso episodio de sus vidas ocurrido más de veinte años atrás (la desaparición de su hermana Julia sin dejar rastro), justo cuando una de ellas vive otro suceso trágico que da al traste con su estabilidad: el asesinato de su marido.

El horror del presente se engarza con el del pasado (¿tienen algo en común los dos crímenes?) y ambas hermanas, dolientes y atormentadas, emprenden una cruzada íntima y personal para resolver misterios que tumbaron su familia e hicieron de ellas unos seres en carne viva.

La construcción de dos personajes como Claire y Lydia, tan distintas pero tan parecidas al mismo tiempo, es sólida y convincente, la autora demuestra un ojo clínico implacable a la hora de penetrar en la psicología de ambas hermanas (aparentemente frágiles y dependientes, pero osadas y resistentes) y someterlas a un escrutinio tan preciso como inquietante. Cualidades que se extienden al padre de las protagonistas, cuyas reflexiones son altamente emotivas y perturbadoras.

No es Slaughter una autora convencional a la hora de mostrar los horrores de sus historias, y no se corta un pelo en su descripción. De ahí que el doble efecto de lo explícito y lo emotivo haga de "Flores cortadas" una novela que no da tregua, sembrando de dudas todo el reparto de personajes cual Agatha Christie para que las sospechas puedan recaer en cualquiera de ellos.