Ha hablado el Oráculo de Delfos. Debería dirigir el CIS. Isabel Preysler es una indecisa. Electoralmente hablando. Ni el Nobel ni ella, que emitirán su sufragio por vez primera como pareja, con las manos entrelazadas como lo hacen todo, no tienen claro a quién votar. Pero si la estética decidiera, la viuda del exministro socialista lo tendría claro: Albert Rivera y no Pablo Iglesias.Y eso que, por apellido, le toca algo más el segundo. Cayó en la cuenta su hija y sucesora Tamara: "¿Pablo Iglesias? ¡Ah! El de la coleta? Pensé que era uno de mi familia". Es Iglesias, pero de los otros. La celebrity atemporal, ingrávida, incorpórea, ha descendido de los cielos a la tierra, se ha hecho carne, se ha hecho verbo. Se ha hecho electora.
