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Viernes | 27 La casa tomada

Es posible que Kiko Rivera no conozca el cuento. Ningún crítico ha detectado huella alguna cortazariana en los temas del dj. Y en los versos que adornan sus brazos tatuados en todo caso podría hablarse de la influencia de Martín Ortega Carcelén, autor de "Huida a Jerte". Por el destierro de las tildes. Pero es así, a decir de los mentideros, como metafóricamente se encontraría el renombrado joven en su ya famoso loft.Famoso porque es el de las juergas, el de las quejas de los inquilinos, el de la morosidad, vaya usted a saber si el lugar en el que se gestó su primer hijo. Ahora se la conoce como la casa okupada. Poco a poco ha ido perdiéndola, casi sin darse cuenta, cediendo espacio palmo a palmo. Que si está alquilada, que si subarrendada, que si prestada a colegas, que si habitada por extraños. Los cristales de las ventanas han dado paso a los cartones, la paz hogareña al estruendo noctámbulo, el felpudo de bienvenida al cartel de liquidación, el esplendor al declive. El caso ha acabado, todo apunta, en los tribunales. Más realista y más práctico, si quieren, pero más prosaico también. Lo suyo, lo poético, lo mediático, lo esotérico, sería que Iker Jiménez y Carmen Porter entraran a saco con su equipo de cazafantasmas. En busca de sicofonías. En la casa tomada.

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