Emily Watson recibió ayer el Premio Donostia del Festival de Cine de San Sebastián, un galardón que sorprendió a la actriz británica. La intérprete de "Rompiendo las olas", de Lars von Trier, a quien está agradecida "porque me abrió las puertas", afirmó que hay "mucho" de ella que "aún no se ha descubierto" y a dijo que le encantaría hacer una comedia. "Creo que sería muy buena, dicho sea de paso".

De poder, volvería a trabajar con Robert Altman, fallecido en 2006, con quien rodó "Gosford Park" en 2000. "Es el ser más extraordinario que he conocido; hacía las cosas de otra manera, no utilizaba las reglas de nadie. Era una especie de filósofo del espíritu humano", subrayó.

"Me creo que todavía tengo 23 años", bromeó la intérprete, con una treintena de películas en su currículum, que inauguró en 1996 con "Rompiendo las olas", de Lars von Trier. Ha señalado que, con el transcurso de los años, el director danés "ha adquirido la reputación de tío difícil con las actrices", pero su caso no fue ese, pese a que fue "duro" trabajar con él. "Fue una experiencia en la que me sumergí por completo. No era consciente de que estaba haciendo una película; repetía escena tras escena y cada vez estaba más metida en el papel. Me abrió las puertas, con él empezó mi carrera y se lo agradezco muchísimo", ha destacado la actriz, que "más allá de Almodóvar" poco sabe del cine español.

Emily Watson entregó el Premio Donostia a compañeras como Helen Mirren, Maggie Smith y Judi Dench, actrices "clásicas" de su país, "ahora famosas porque han trabajado en el cine". "Anteponen el trabajo a su propia vanidad. Me encanta honrar la labor de esas mujeres", indicó.