Hay muchos factores que hay que tener en cuenta si queremos ponernos a reparar las grietas que tenemos en casa, pero lo principal es despejar tres incógnitas de base: la superficie (hormigón, ladrillo, yeso, madera, piedra, cemento, paredes porosas, impermeables, etc.), la localización (techo, suelo, pared, interior o exterior) y el tipo de grieta (profundidad y tamaño).

Para reparar grietas pequeñas basta con aplicar una masilla tapagrietas. Puedes encontrar gran variedad de marcas que la ofertan ya preparada y de secado rápido. También la puedes preparar por tu cuenta, con un poco de cemento y agua, pero cerciórate de que la mezcla no tenga grumos antes de aplicarla.

En las ocasiones en las que nos enfrentemos a una grieta grande también podemos acudir a estas masillas, pero necesitaremos de una marca específica para rellenar agujeros de más de 10cm. Otra opción es tirar de las bandas antigrietas, son más caras pero mucho más fáciles de aplicar.

Existen masillas de diversos tonos si la superficie que tenemos que reparar es madera, además son el material más apropiado para utilizar sobre la escayola y el yeso. Sin embargo, si nos enfrentamos al cemento o el ladrillo utilizaremos los materiales originales, reparadores de resina e incluso incluiremos productos anticorrosión si queda algún objeto metálico al aire.