En la segunda mitad del siglo XX la cocina pasó de ser la estancia reina de la casa a configurarse como un cuarto de reducidas dimensiones en la que apenas quedaba espacio para colocar una mesa con un par de taburetes y al que se le prestaba la mínima atención decorativa.

En los últimos años arquitectos e interioristas se han lanzado a dotar de un nuevo protagonismo a esa habitación, donde no sólo se centraliza la preparación de alimentos, sino que también se concentra buena parte de la vida de la casa.

Por eso, lo más chic hoy en día es tener una cocina que no lo parezca, al menos según los cánones estéticos imperantes en España, donde cuestiones como poner madera en el pavimento, emplear alfombras o simplemente colocar una bonita lámpara de cristal son casi un tabú.

Por fortuna, las cosas están cambiando y cada vez es más frecuente encontrar pisos con cocinas de cierto tamaño, adornadas por islas centrales en madera de haya y complementadas con taburetes de cuero blancos o negros, o en su defecto sillas altas que invitan a sentarse para disfrutar de un delicioso aperitivo o un tranquilo "brunch" de fin de semana.

Las librerías representan otro elemento clave para conseguir una cocina actual. Además, resuelven el dilema de buscar sitio para la biblioteca dedicada a cuestiones culinarias y gastronómicas.

El estilo rústico chic es una fuente de inspiración inagotable para crear una cocina de ensueño, con piezas que mezclan la luminosa calidez de la madera en blanco, las formas clásicas como las patas curvadas o torneadas y la elegancia de piezas con detalles aristocráticos. La porcelana y el cristal tallado son elementos que sirven para dotar de encanto sofisticado a la cocina, el lugar ideal para lucir esas bonitas piezas de la vajilla que no acaban de encontrar ubicación en la casa.