En la península levantina de Mallorca, a pocos kilómetros de la costa, cercana a la Colònia de Sant Pere y a la Costa del Pins, encontramos una interpretación contemporánea de la vivienda mallorquina, un proyecto del estudio de arquitectura Bastidas Architects de Sergi Bastidas.

La vivienda está situada en una finca de 80.000 metros cuadrados con olivos, pinos y encinas que forman un horizonte vegetal que sirve de fondo para las miradas dirigidas desde cualquier lugar de la casa. La vivienda en la parcela es una isla, dentro de otra isla, Mallorca.

Al igual que en otras actuaciones, Bastidas Architects pone en práctica su seña de identidad, una arquitectura contemporánea donde se reinterpreta la arquitectura tradicional mallorquina, integrada al máximo en el entorno y siempre sin renunciar al máximo confort. Esto se aprecia en los acabados, donde muros exteriores de adobe y el estucado como acabado de fachada, integran la edificación en el paisaje.

Al exterior, la vivienda presenta volúmenes rotundos de líneas rectas. Una arquitectura austera en el exterior que al interior rebosa calidez y paz, tanto por sus acabados como por la incorporación de antigüedades y mobiliario marroquí, que crean ambientes muy acogedores. Las antiguas puertas procedentes de este país, y las alfombras orientales, dan calidez a los espacios amplios y luminosos de que se compone la vivienda.

El acceso se produce a por un sendero, entre cañas de bambú, que lleva al visitante al patio de entrada. Este patio, flanqueado por dos hileras de palmeras, cuenta con una fuente lineal de piedra de 13,50 metros inspirada en los abrevaderos de los animales. La fuente genera un sonido y un frescor presentes desde el mismo momento en que se accedo al patio.

En el interior encontramos una de las piezas más importantes de la casa: el salón principal. El centro del salón es una gran chimenea revestida de acero corten, enmarcada en un mueble biblioteca realizado a medida, con molduras hechas a mano en Marrakech. Los sillones muestran exclusividad y buen gusto. De cuero club fueron traídos del mercado de las pulgas de París.

El pavimento en toda la planta baja es de cemento tintado pulido. La neutralidad del tono oscuro ensalza los luminosos ventanales y permiten flexibilidad a la hora de vestir las estancias. La planta piso, donde se encuentran los dormitorios, cuenta con suelos de madera incluso en los baños, siendo el pavimento continuo en toda la planta. El empleo de materiales nobles y de calidad es sinónimo de confort, por eso la vivienda cuenta con una cocina con equipamiento Boffi y griferías Dornbracht en los baños.

La luz es otro elemento que contribuye al bienestar. Esto se aprecia en el predominio de la iluminación indirecta sobre la directa y el empleo de luz cenital. En este último caso, la luz penetra en las estancias por ventanucos situados en la parte superior de los muros o por lucernarios en los techos.

El programa de la vivienda se reparte en dos volúmenes: el principal y una torre anexa de doble altura (más de cinco metros), que cuenta con un dormitorio-estudio y un baño. La torre, aunque conectada por un paso con el cuerpo principal de la vivienda, mantiene un carácter independiente y de aislamiento. Ambos volúmenes logran su integración con la naturaleza gracias a la vegetación. En el volumen principal se han colocado parras, mediante la utilización de ramas de acebuche, recuperando el sistema tradicional, mientras que la torre está cubierta por un tapiz de hiedra virgen. La vegetación desempeña un doble papel: por un lado contribuye a crear microclimas según las estaciones, mejorando el confort térmico en el interior del edificio, y por otro es un elemento cambiante en tonalidad y frondosidad según la época del año, lo que dota de movimiento y vida a la vivienda.

Una vivienda que mira desde dentro y se protege de las miradas que vienen de fuera, lo que muestra sus influencias árabes. Los patios privados de algunas estancias y el empleo de celosías para tamizar la luz refuerzan esta idea de aislamiento y refugio.

Fundiéndose con la exuberante vegetación natural de la finca, un jardín de especies autóctonas rodea la vivienda. Este jardín, que se ha diseñado para que sea sutil y natural, no sólo aporta belleza, sino que también crea microclimas controlados para las distintas estaciones del año. Así en verano, una hilera de plateros protege la fachada principal mientras que en invierno, al perder las hojas, permite el paso de los rayos del sol.

El exterior no solo es un jardín decorativo, sino que se han recuperado los usos propios de las posesiones mallorquinas. Posee un huerto ecológico, gallinero y plantaciones de árboles frutales, conectando al habitante con la tierra que ocupa. La villa cuenta con una gran zona de piscina donde, en los meses de verano, se levanta una divertida tienda caidal, ideal para siestas al aire libre. Es el lugar soñado.