Esta casa que hoy les mostramos pertenece a una familia inglesa que pasa largas temporadas en Mallorca y que siente especial predilección por la zona de Pollença.

Tras muchos años residiendo en una casa de construcción nueva en las afueras del pueblo, decidieron vivir en él, enamorados del buen ambiente que se respira a lo largo de todo el año, de las tiendas y restaurantes todavía con el encanto de antaño que no han sucumbido a la mercantilización despersonalizada, del mercado del domingo, y sobre todo enamorados del buen feeling entre mallorquines y extranjeros que se da en Pollença como en ningún otro sitio por una tradición cultural todavía muy presente en las relaciones humanas que potencian la convivencia entre los de toda la vida y los recién llegados. Un buen símil de la casa que decidieron adquirir y reformar. Una casa antigua, de toda la vida, en el interior del pueblo, a la que decidieron dar vida y presente sin que perdiera un ápice de su esencia, de su historia y la de los muchos que en ella habitaron. Las casas son como un manuscrito, guardan la memoria de los que en ella escribieron su vida o partes de ella. La pátina del tiempo.

Fotos: R. LÓPEZ HINTON

Encargaron el proyecto de restauración e interiorismo a Robert López-Hinton y Marie-Noëlle Ginard de Can Monroig ya que conocían su experiencia en restauración de casas antiguas, su enorme y casi único conocimiento en técnicas y materiales y sobre todo su gran compromiso personal y empresarial con la sostenibilidad en la construcción.

Debido al deterioro y al mal estado de la casa sólo se pudo mantener en pie la fachada. No supuso un problema. Las tabiquerías interiores eran de marés con poco grosor y baja calidad por lo que no merecía la pena mantener estas paredes tan típicas de las construcciones mallorquinas. Sin embargo, la consigna era crear una atmósfera de casa antigua, con sus materiales, sus pátinas y su carácter, así que durante el desmonte se tomó mucho cuidado en recuperar materiales como la baldosa mallorquina, la libaña de marés o la baldosa hidráulica.

La vivienda que se reconstruyó conservando los volúmenes y la tipología originales, consta de planta baja, primer piso y altillo. La nueva tabiquería de bloque de ladrillo se recubrió con morteros de cal y aislantes naturales, lo que confiere a la casa un grado de aislamiento y confort térmico importante del que antiguamente carecía.

Para dar un carácter "orgánico" a las paredes, evitar líneas y ángulos rectos y recuperar el aspecto original, todas las paredes se realizaron a mano, consiguiendo unos efectos armónicos, con mucho carácter.

La fachada original, de tierra, cal y piedra parcialmente vista, se revocó siguiendo la tipología propia del pueblo de Pollença, para lo cual se analizó la granulometría y composición del portero antiguo. El resultado es una fachada estéticamente impecable pero que además respira, creando en el interior un ambiente sano y confortable. Las paredes deben respirar para vivir y para acoger. Fueron creadas para ello. Una pared que no respira acaba matando la vida, acaba muriendo.

Los suelos se embaldosaron con terracota antigua y en algunas habitaciones se utilizó la baldosa mallorquina original de la casa.

En la zona del altillo, un espacio abierto donde conviven dormitorio, salón y baño, los suelos se realizaron con mortero de cal a semejanza de los antiguos 'trespols de calç' mallorquines.

Las paredes y las duchas de los baños, así como las paredes de la cocina, están hechos con la técnica del tadelakt, un revestimiento natural a base de cales especiales, brillante, liso, resistente al agua con propiedades antisépticas y bioclimáticas.

Utilizando al máximo los materiales rescatados durante el derribo de la antigua vivienda, se fabricaron bancos y asientos de marés para el salón y el patio, así como para algunas de las tabiquerías interiores. En todo momento el marés se trabajó a mano buscando un aspecto artesanal, incluso irregular.

Las puertas interiores se hicieron en madera de pino y posteriormente se pintaron buscando el efecto de policromía antigua.

Los muebles de cocina y cuartos de baño, fueron diseñados por Robert López Hintony realizados en hierro. La pátina en color verde de la cocina o color óxido en los baños, es obra de Marie-Noëlle Ginard, especializada en estos trabajos de pintura decorativa.

El propietario de la vivienda dio total libertad a Can Monroig para la selección del mobiliario, la aprovecharon para crear un ambiente personal y exclusivo.

Muebles antiguos y vintage conviven con mesas o sofás realizados en roble antiguo, apliques de luz, obra de un escultor local, con librerías de hierro habitadas por action men, y botellas antiguas encontradas en un rastrillo…

También camas de hierro con restos de policromía y butacas danesas de los años sesenta, hoy tan de moda...

La calidez la aportan los tejidos artesanales en cortinas y textiles que provienen de los talleres Vicenç de Pollença o Bujosa en Santa María.

Como anécdota, contar que en la fachada de la casa se ha mantenido un gran portal de marés que servía de acceso a los establos. Para no perder luminosidad se sustituyó el portón de madera por uno de cristal y hierro, dejando a la vista el interior de la casa y un pequeño pero bonito jardín. Los transeúntes que pasean por esta callejuela de Pollença, ya sean locales o extranjeros, siempre se asoman para contemplar la casa o como sus habitantes desayunan por la mañana, convirtiendo el gesto en hermoso.

En definitiva, una casa pensada para una familia inglesa que busca un poco de paz y equilibrio en Mallorca y que quiere compartirlo, lo cual es muy de agradecer.