Declaro que estoy sumido en un profundo debate. Cuando tenía 15 años, ¿era tan gilipollas como los adolescentes de las series de televisión? No voy a decir que no tajantemente porque ya se sabe que no se debe decir de esta agua no beberé, pero realmente no tengo recuerdos de haber hecho el subnormal como algunos de los “prototipos” de adolescentes que últimamente pueblan la televisión.

Los adolescentes, excelentes consumidores, son carne de cañón para las cadenas generalistas y ayer, Cuatro, estrenaba su apuesta para captar la atención de los púberes durante el tiempo que todos vamos con el zurrón a Belén y volvemos con 10 kilos de más por el turrón. Hablan, Kantan, Mienten (a.k.a. HKM) ni habla, ni canta, ni miente. Por no hacer, no hace nada; es que ni muerde. Vamos, que te deja igual que tomarte una pera, por citar algo insípido.

Tampoco es que el argumento ayude mucho porque ¿cuántas veces hemos visto la historia de una pobre chica de barrio que llega al colegio de niños pijos consentidos a los que enseñará lo que es la vida de la calle? Pocas, pocas…, pues en resumidas cuentas eso es lo que cuenta HKM: La historia de Laia (Sara da Pin Up aquí reconvertida a “actriz”), una adolescente con comportamientos propios de una juani bigasluniana disfrazada de fiesta rave que sueña con triunfar en la música falseando las notas para entrar en el colegio privado de su barrio en el que, al parecer, se reciben muy buenas clases.

El resto de los ingredientes para mantener el monstruo ya se lo pueden imaginar: profe enrollado y repulsivamente progre que ha de enfrentarse a una mujer de su pasado justo cuando su relación con la directora del instituto va viento en popa, o eso parece, porque ella lo engaña con un padre de uno de sus alumnos; estudiante con padre separado que no asienta cabeza por, se supone, ser atractivo y no parar de tirarse a todas sus secretarias y que olvida pagar la matrícula del colegio de sus hijos; alumna malísima vestida de pirata que se convertirá en la mejor amiga de la pobre cenicienta que llega a su castillo…y así una amalgama de personajes y tramas que por vistas, aburren.

Porque aburrido es tener que ver una y otra vez un montón de adolescentes agilipollados que tienen pocas cosas en la cabeza; que se comportan como adultos porque sus padres son todavía más gilipollas que sus hijos y que repiten una y otra vez los fallos de la series hechas por adultos para adolescentes: la superficialidad.

Al salir de clase pecaba de ello por ser de las primeras; Compañeros intentó convertirse en serie dramática y no pasaba de pantomima; SMS intentó meter la música con calzador (igual que HKM) y agilipolló todavía más este tipo de series; Física o Química intenta ser un experimento social y a día de hoy todavía no sé qué es y miedo me da 18, el próximo intento de Antena 3 por llevarse parte del pastel.

Agárrense el acné.