Los 85 países miembros de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) se resignan a continuar un año más la discusión sobre la posible reanudación de la caza de los cetáceos, al tiempo que un informe reveló que mantenerlas vivas es muy rentable. El turismo relacionado con la observación de ballenas generó 1.400 millones de euros en 2008 y atrajo a 13 millones de personas de 119 países, según datos divulgados en la reunión anual de la CBI que se celebra esta semana en el archipiélago luso de Madeira.

Según fuentes de la Comisión, que concluirá oficialmente mañana su conferencia, entre los delegados asistentes hay acuerdo para prolongar un año más las discusiones sobre la reapertura de la caza del mamífero marino, suspendida oficialmente en 1986, aunque cada año se sacrifican unos 2.000 ejemplares.

Pero los datos del Fondo Internacional para el Bienestar de los Animales y su Hábitat (IFAW) presentados en Funchal, capital de Madeira, por el ministro de Medio Ambiente de Australia, Peter Garrett, revelan que las ballenas vivas tienen un gran potencial turístico y atraen a cientos de miles de visitantes.

En el marco de la 61 reunión plenaria de la CBI, Garrett destacó que ese estudio demuestra que las "ballenas son más valiosas vivas que muertas" y resaltó que "los beneficios son mayores dejando atrás la caza". Según el informe, esta industria tiene un gran "potencial" que ya en 1998 supuso nueve millones de observadores de ballenas en 87 países y beneficios de 730 millones de euros.

Desde entonces, esa nueva industria ballenera ha crecido a un ritmo de 3,7 por ciento al año y ha generado alrededor de 13.200 empleos.

Garrett argumentó con estos datos la postura de Australia, que rechaza la caza de ballenas, y señaló que son un respaldo para los países defensores de la preservación de los cetáceos y suponen una "apuesta económica sostenible".

Sin embargo, otros países también miembros del organismo creado en 1946, con Rusia, Noruega y Japón a la cabeza, han solicitado que la Comisión vuelva a sus orígenes y se dedique a gestionar la caza de los animales y no a protegerlos. En esa misma línea esta Dinamarca, cuya petición de ampliar la cuota de capturas destinada a la alimentación de los nativos de su territorio autónomo de Groenlandia ha sido muy mal acogida por los mismos países europeos.

Los miembros de la UE rechazan la petición de Dinamarca por considerar "insuficientes" sus argumentos para justificar la creación de una cuota de caza anual de 10 ballenas jorobadas, una especie muy amenazada, en los mares de Groenlandia. Esa y otras cuestiones deben votarse en la conclusión de los trabajos de la CBI este viernes, aunque los países de la Unión Europea ya manifestaron su oposición y recordaron que esos animales son una especie protegida de la caza comercial.

El 61 encuentro de la Comisión Ballenera Internacional, creada primero por diecisiete países que se asociaron para regular la caza de los mamíferos marinos y a la que se han ido sumando los firmantes de la convención internacional sobre la materia, celebra también sesiones de su comité científico y los subcomités técnicos.

La reunión de Madeira ha escenificado, una vez más, la profunda división que hay en el organismo sobre el futuro de las ballenas y ha servido para que varias organizaciones ecologistas presentes, entre ellas Greenpeace, carguen contra los defensores de la caza. Los japoneses y su caza con "fines científicos", permitidos por la moratoria de la CBI, han sido los más criticados por las ONG ambientales, que acusan a Tokio de influir en otros países para bloquear las votaciones a favor de ampliar la protección de los cetáceos y crearles un santuario en el Atlántico Sur.