Según el estudio, publicado hoy por la revista británica "Nature", este logro científico podría tener importantes beneficios en la monitorización de imágenes médicas.

La revolucionaria cámara cuenta con una velocidad de obturación de 440 picosegundos y puede procesar los fotogramas a una velocidad de 163 nanosegundos, unas cifras que mejoran el rendimiento de las cámaras convencionales, basadas en circuitos de cargas interconectadas (CCD, siglas en inglés).

En esta ocasión, el aparato no utiliza un CCD, sino que detecta y amplifica la señal a través de un sensor de luz para después ser capturada por un osciloscopio.

Así, esta tecnología supera los límites de los CCD y no requiere, como éstos, una refrigeración especial ni una excesiva iluminación.

Para demostrar el potencial y la viabilidad de esta creación, los autores han recogido satisfactoriamente imágenes en tiempo real de un torrente de microfluidos, así como tomas de una intervención médica con láser.